Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

lunes, 19 de mayo de 2008

Mi tintorería cairota


El Cairo está lleno de tintorerías, la mayoría regentadas por hombres que planchan y planchan todas las horas del mundo. A la hora de elegir una, no sabes cual, yo me fijé en las camisas blancas impolutas y sin arrugas de los tintoreros, así que pensé, esto funciona tú, toma aire y tírate al ruedo.

Al día siguiente me pongo en marcha y según me voy acercando pienso cómo contra me voy a hacer entender, pero me encomiendo al cielo esperando me caiga la iluminación necesaria. Llego y me atiende un tipo con cara de “y esta qué quiere ahora…” masculla algo y me quita la ropa de las manos, sí, me la quita, arrebata, lo que tú quieras, ni me mira, él ya sabe qué hacer, rellena el recibo en letras árabes, que todavía no entiendo, claro, y me tiende el bolígrafo para que ponga mi nombre, deduzco, luego dice satirdei, satirdei…ah!!! sábado! y me mira pensando“qué paciencia hay que tener...” pero yo estoy feliz, sobreviví...de momento.

Lo de la recogida es rápido, ya sabe quién soy y cuáles son mis cosas, me cobra y listo. Salgo pitando porque apenas hay espacio y van llegando otros clientes, me lanzo a la calle, levanto el brazo que tengo libre y voy parando el tráfico, no hay semáforos... Diosssss menos mal que llegué al otro lado sana y salva, boceo a un taxi -esta historia la reservo para más tarde- que en un pispás me deja en casa y corro a inspeccionar con curiosidad las prendas.

Veo que el método de marcar la ropa es muy diferente a las etiquetas grapadas a las que estamos acostumbrados. Aquí te pintan la referencia con bolígrafo en la propia tela de la camisa o lo que sea, le dan la vuelta y en la parte de abajo, te tatúan 3 centímetros en letras árabes, sistema que no me convence mucho, pero tal y como está el patio, como para decirles algo, te la cargas, jajaja!

Sigo mirando con mucha curiosidad y veo que los botones del cuello de unas camisas están arrancados de cuajo, y digo de cuajo porque quedan los restos del hilo que sigue perfectamente cosido a la tela, y que una chamarra de Peter ha cambiado ligeramente de color, ahora tiene unos lunares blancos en el bolsillo, nada preocupante por otro lado, además de estar llena de brillos y de notarse por toda la delantera, marcados a conciencia, los botones, forro y costuras del interior -los que planchen ya me entenderán lo que digo-.

Estos resultados, que a un extraño le podrían parecer espantosos, a nosotros nos tienen dando saltos de alegría, porque a un amigo le derritieron enterito el cuello de una camisa y todavía no se ha recuperado de la impresión…así que visto lo visto, lo nuestro no ha sido otra cosa que suerte.

Nos vemos pronto, amigos. Ma*a salama.

Postdata:
Después de publicar el blog, he tenido que volver tras un suceso que me hace pensar que Dios realmente existe de este lado del mundo y que además es eficaz enviando castigos. Acabo de quemar mi mejor camisa con la plancha, chin!