Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

lunes, 30 de junio de 2008

La final desde Amman


Lo del fútbol lo debo llevar en la sangre. Mi padre, que fue directivo del equipo de mi ciudad durante muchos años, me llevaba todos los domingos al estadio a ver el partido. No voy a decir ahora que semejante plan me pareciera bonito, no, pero algo se me debió pegar.

La afición por aquella época era grande, me encantaba fisgonear a escondidas la caja de Montecristos donde él guardaba unas fotos con Santiago Bernabeu, y otras de sus viajes a Alemania y Francia para ver a la selección. La cosa era tan seria que mi hermano, por ejemplo, salió en todos los periódicos como el socio más joven porque a mi padre, no se le ocurrió otra cosa que correr al club que estaba a la vuelta de la clínica e inscribirle con unos pocos minutos de vida.

Y bueno, un@ de mis herman@s
, no se perdía nunca un partido del Athletic y cada vez que marcaba, le daba por celebrarlo con un lingotazo. Recuerdo los aprietos que nos pasamos una vez cuando llegó a casa después de una goleada, no había manera de esconder la fechoría... En fin, estaréis conmigo en que lo del fútbol va escrito en algún gen.

Pero bueno, eso es parte de una historia de fútbol, y la de ayer, fue otra.

Todavía estaba en Amman, así que ayer me tocó ver el partido entre montones de gente que vitoreaban a un equipo y a otro. Esta experiencia, nunca la vives en casa, donde todos miran poseídos a la misma portería y saltan al unísono cuando hay gol.

Tuve el placer de sentarme entre 3 alemanes, el mío, y dos hombres de negocios de paso en la ciudad. Uno de ellos, el pobre, se secaba el sudor y se levantaba enfervorecido a cada rato gritando FAAAALTA. Se rompía las vestiduras con el árbitro y con todo el que le parecía y cada vez que su equipo se acercaba a la portería votaba en la silla y gritaba gooooollll, para luego sentarse desconsolado y mirarme desconfiado con el rabillo del ojo.

Por otros frentes, había saltos y vítores hacia el equipo de Luis Aragonés, pero no me preguntéis en qué idioma se hacían, a veces, me parecía que jaleaban y entonaban con un cierto acentillo desconocido, pero estos jordanos, se las sabían todas, sobre todo el oé, oeoeoé, oé, oé...que retumbaba en el bar como música de fondo.

Lo importante, ganamos, hubo abrazos, saltos y más abrazos. A mi familia y amigos alemanes, les mando un abrazo, yo se que no me tomarán a mal este derroche de euforía ante la victoria.

Nos vemos.

domingo, 29 de junio de 2008

De Petra, burros y eurocopas


Estoy en Amman, llegué justo el día en que España jugaba la semifinal contra Rusia. El bar del hotel parecía un fumadero de opio, grupos de gente de quién sabe qué parte del mundo y muchísimos jordanos que gritaban como enloquecidos cada vez que España marcaba gol. Sentados en la barra, hicimos hermandad con varios desconocidos que en su júbilo abrazaban a todo el que se ponía a mano. Curiosa experiencia sobre los misteriosos lazos que unen a los pueblos de esta manera.

Al día siguiente había que madrugar. Viaje a Petra, qué emoción!.

Hicimos el recorrido en 2 horas y media con un taxi de los que en El Cairo llamaríamos “ni fú ni fá”. Tuve que repantingarme en el asiento trasero porque no había reposacabezas y los asientos, a pesar de estar en buenas condiciones, eran incomodísimos, además el aire acondicionado generaba corrientes polares y tuve que echar mano de un chal, que he aprendido a tener siempre a mano.

EL viaje es interesante, recorrimos muchos kilómetros de desierto de arena y piedras, pero también pasamos por pueblitos y pequeños asentamientos, vimos montones de rebaños que nos recordaron al “cordero sagrado” e incluso una boda beduina. Mereció la pena.

En Petra hacía un calor de justicia. El recorrido por el antiguo imperio de los nabateos se hace a pié, aunque puedes alquilar burros, yeguas y pequeños carruajes. El paso por el cañón es impresionante, un paisaje rocoso y estrecho que se formó por la apertura de la tierra en algún seísmo y que a través de los años fue esculpido por la erosión del viento, la arena y las lluvias torrenciales. La emoción es increíble porque sabes que al otro lado te esperan los tesoros escondidos. Y no te decepciona.

El famoso pórtico de la tesorería, el más famoso de Petra, se te aparece impresionante, escondido detrás del estrecho cañón. A partir de este punto se abre el campo visual y se disfruta de un paisaje increíble de montañas rosas esculpidas con monumentos funerarios majestuosos que han perdido su definición por el clima tan extremo del desierto.

Más adelante hay un teatro de estilo romano, calles con columnas, obeliscos, templos, altares para sacrificios y el monasterio de Ad-Deir. Es uno de los parajes más impresionantes que he visto en mi vida.

Una vez llegados a este punto y después de unas tres horas de recorrido, el guía nos propuso regresar en burro. En burro? puse el grito en el cielo… pobre burro!, tener que transportar semejante carga, pensé. Pero el guía, dale y dale, hablando de los terribles efectos del calor y la deshidratación, así que aceptamos la propuesta que consistía en hacer el recorrido a la inversa, no serían más de 20 minutos, dijo, el paisaje es precioso y pasaríamos por un poblado beduino.

La cosa no sonaba mal, sobre todo para él, que seguramente se conseguiría una bonita comisión, así que llamó a nuestro taxista y le pidió que nos esperara en aquel poblado para llevarnos de regreso a Amman.

Nos llega a recoger un beduino experimentado. Nos subimos a la grupa de estos pobres animales e iniciamos la marcha llenos de ilusión, nos miramos y pensamos que parecemos San José y María en su huída a Egipto.

Al burrero no le debió parecer atractivo nuestro viaje y en cuanto desapareció el guía, paró la caravana, se bajó de su yegua y nos entregó en manos de un niño de unos 9 años, quién debía conducirnos a nuestro destino. Y es a partir de este punto, cuando la cosa se va poniendo emocionante.

Después de unos cuantos metros, el bonito camino rural de piedrilla y arena se torna en una estrecha carretera asfaltada empinadísima por donde circulan enormes Patrols con permiso especial. Vaya, esto no es lo acordado…miramos alrededor y nos vimos solos, en medio de la carretera, encima de los burros, con más de 40 grados y con un infante como guía.

Oigo a mi espalda el motor de un coche, pienso que es peligroso e intento parar al burro, pero el burro, que por algo se llama así, hace lo que quiere, y no hay manera de hacerle a un lado, sigue empecinado su camino, igual que el coche, suavemente, hasta que los dos se encuentran y me hacen un sandwich. Le increpo al burro de dos patas que parece no enterarse de nada. Una vez más me digo, que tengo que aprender árabe.

Le digo al niño que controle a sus animales, pero inocente de mí, no hay manera, el niño es eso, un niño y el burro, un burro! y no reconoce amo, bien por él!

Pasan un par de vehículos más y vemos que no vamos a poder seguir así…La pendiente aumenta, las curvas también, no hay visibilidad y los burros derrapan que da gusto. Estamos acaloradísimos y en el camino hemos perdido las botellas de agua y para colmo, la criatura nos pregunta que adónde vamos…pero, cómo que adónde vamos???, le digo, tú eres el guía!!!…mira con cara de no saber muy bien…ayayayayay!

Ante semejante panorama, nos apeamos de los animales y decidimos pedir ayuda. Paramos a un viejillo en un carricoche. El habla y gesticula y nosotros no entendemos nada, pero parece decir que regresa en 5 minutos para llevarnos al pueblo. No estamos seguros, así que paramos a una señora, que nos dice en un inglés nativo, que no les está permitido recoger turistas en el camino…en segundos, me acuerdo de todos sus muertos.

Al final, aparece derrapando en la curva, una especie de pequeña ambulancia destartalada. Aunque no tienen sitio, nos van a llevar. Abren la puerta trasera, y miro con aprensión pensando que hay un enfermo, pero no, sentados medio acurrucados viajan un francés, un soldado y un niño. El conductor extiende una camilla y nos invita a tumbarnos o sentarnos, optamos por lo segundo. La tarea es complicadísima porque no hay espacio, tenemos que plegar el torso casi hasta las rodillas para no darnos de cabezazos con el techo. Y en esa posición, viajamos unos cuantos kilómetros, rodando en cada curva encima del pobre soldado. La situación es tan disparatada, que nos miramos y rompemos a reír de tal manera que todos nos miran estupefactos y después de un rato nos acompañan en un alborozo contagioso pero que no entienden.

Todo mereció la pena por estar allí.

Y hoy, iremos de nuevo al bar, esta vez será España contra Alemania y espero poder abrazarme con todos esos desconocidos apostados en la barra del bar, jaleando a un equipo por quién sabe qué lazos de fraternidad. A por elloooooossssssssss
.

martes, 24 de junio de 2008

Pasajeros con destino a Hurghada


Hace unos días me tocó visitar la famosa Hurghada, centro turístico en el Mar Rojo y pude compartir sala de espera, vuelo y hotel con cientos de turistas de toalla y chancleta.

La experiencia vivida echó por tierra mi convencimiento, de que la gente que viaja a Egipto es amante de grandes historias, de construcciones y ruinas milenarias, de los viejos cafés y de las mil y una noches.

Este simpático espécimen que encontré, no se conforma con la piscina de su pueblo, no. Recorre miles de kilómetros con el firme propósito de llegar a la playa. Una vez allí, se atrinchera en su hotel all inclusive, construido en mitad del paraje más inhóspito del mundo. Come y bebe en previsión de meses de escasez y dormita en la hamaca entre otros muchos traseros de su misma nacionalidad.

Pero bueno, esto es reflexión, nada más. Mi viaje comienza saliendo de casa. Como siempre, un tráfico de locos, y ya os he contado como las gastan los taxistas cairotas, yeeeeeeeepaaaa…nada nuevo, lo que si lo fue, fue toparme con un policía de control de equipajes un tanto revoltoso.

Antes de pasar por el arco de seguridad, dejo mi maleta de mano en el escáner, cuando Ufff dice el poli llevándose las manos a la cabeza, una plancha! Eso está prohibido madame…le miro estupefacta, jamás había oído semejante cosa, lo de los frasquitos y los mililitros ya me lo sabía, pero una inocente plancha, prohibida!, en cuestión de segundos comprendí. Montones de imágenes se me pasaron por la cabeza, vi a un pasajero atizando con la plancha al piloto, quemaduras de tercer grado a las azafatas, estrangulamiento con el cable, en fin, puras perrerías terroristas que al final derribarían el avión y que me hicieron darme cuenta del peligroso objeto que pretendía transportar.

Resignada a perderla ahí mismo, me dispuse a entregarla…pero amigos! el revoltoso me guiña el ojo, mira a derecha e izquierda, agacha la cabeza escondiéndose detrás del monitor y susurra, money, money…vaya, pensé, esto me suena...entonces llega la lucha interna, me tengo que portar bien...pero miro con ojos golosos mi plancha, además nueva! y me entra la tentación de deslizarle un billete en el mostrador...en fin, qué dilema moral, pero un grupo de turistas que se amontonaba en la terminal me salvó, circule, circule, dice alguien...con remango cojo la maleta y desaparezco en el tumulto.

Y ya sabéis, pasados trámites y aglomeraciones, llega la espera y con ella la calma y es cuando a mí me da por fisgonear todo lo que pasa a mi alrededor.

La sala se va llenando con turistas de diferentes nacionalidades, todos hacen escala, ninguno se queda en Cairo. Entra el primer grupo, veo caras orondas color cabracho, unas señoras mollejudas que van peinadas estilo años ochenta, de ángeles de Charlie reinventadas, otras estilo rock and roll furioso, ummm…esto me huele a peluquería de pueblo.

Entre unos y otros veo a una abuela anglosajona flaquita, como de 75-80 años que se ha vestido como para una tarde de Rodeo, camiseta de lentejuelas con la pechuga al aire, pantalón capri con flecos y sandalias de plataforma, vaya humor! me encantan estas extravagancias. En la cabeza lleva una pamela enorme de paja con flores rosas de mimbre, en donde ha conseguido, no se cómo, encajarse unas gafas de sol doradas tipo psicodelia. Está divina y así lo siente ella a juzgar por los contoneos que va dando entre los pasajeros.

Aunque el aire acondicionado nos tiene con 16 grados, al lado de Miss Rodeo, hay un grupito de despelotadas. Han salido de sus casas en Laponia, en tirantitos y bikini, dispuestas a tirarse a la piscina del hotel nada más llegar, no sea que vayan a perder un minuto del all inclusive. En fin, es una fauna de lo más variopinta, pero dónde están los egipcios??? Aquí, desde luego, no. Empiezo a desorientarme cuando nos llaman para subir al avión.

Dice usted, avión? pero esto es un avión? Madre mía!, no sabía que también había aviones tipo ¨santa-maría-purísima¨!!. Uyyyyy que canguelo me entra…

La tapicería no había visto un trapo en su vida y estaba llena de parches, rotos y despeluchados a partes iguales. Las ventanillas, portaequipajes y bandejas, medio descacharrados. Si al salir, te apoyabas en el asiento del pasajero de delante, se pasaba de rosca, te caía encima y le dejabas al pobre hombre en posición horizontal, como en una tumbona, la alfombra salpicada de manchas, y el motor hacía unos ruidos que no sabías si estaba perdiendo piezas o si el esfuerzo era tal que iba a reventar… en fin, quieeeeero salirrrr de aquíiiiiiiii!!! pero fuera, todo oscuro, el desierto nos espera… y dentro todas esas pamelas, esos tirantes y esos bikinis, socooorrooo.

Vi que nadie se inmutaba, entretenidos como estaban en planear sus días de playa y de copiosas meriendas. Y en esas elucubraciones estaba yo cuando me dormí hasta que el golpazo del avión sobre la pista me avisó que ya habíamos llegado.

miércoles, 18 de junio de 2008

Taxistas cairotas


En el Cairo uno puede vivir montones de experiencias, unas veces exóticas y otras, caóticas. Para mí una de las preferidas, porque conjuga ambos elementos, es la de viajar en taxi.

Estos vehículos, que dominan el tráfico cairota, se pueden dividir en 3 categorías. Los “vip” tipo limusina, escasísimos y para bolsillos sólidos, los “ni fú ni fá”, que son en su mayoría marcas japonesas que ni chicha ni limoná y por último, los del tipo “santa-maría-purísima” que son los que tomamos la mayoría de los mortales y que están dotados, casi siempre, de 4 puertas, 4 ruedas y un señor o incluso a veces, un energúmeno sentado al volante. Estos son, sin duda, los mejores para saborear la idiosincrasia de este pueblo sin par.

Entre los adelantos técnicos que incluyen los “s-m-p”, el más innovador es el aire acondicionado. La tecnología se basa en 4 ventanillas abiertas y algún que otro agujero por aquí y por allá que te orea altos y bajos a las mil maravillas. Es un sistema de ventilado muy completo, porque pone en movimiento un aire de 40 grados con toda una gama de olores que van desde el caucho a la gasolina y desde los desechos urbanos a los desechos humanos. Advierto a los que suelan usar peluca o dentadura postiza, la dejen en casa, porque el remolino que se produce en el interior es tal, que se la arrancaría de cuajo.

Los interiores son totalmente equipados. La consola delantera, que a veces va sujeta con esparadrapo, suele ir adornada con un tapete de peluche tipo cordero, un artilugio prehistórico de buen tamaño que parece un taxímetro, el libro sagrado, algún vaso de te, cucharillas y cualquier utensilio que uno pueda necesitar para sobrevivir un par de días en caso de guerra.

La comodidad no es su fuerte, pero oye, qué quieres, así es el estilo deportivo. Los asientos, dejan tan poco espacio, que uno se queda encajado y como el viaje sea largo, se te dislocan las caderas y no hay cristiano que se baje sin la ayuda de algún transeúnte.

En cuanto a los taxistas, los hay muy tranquilos. Son los que van escuchando la radio por la que sale un sonsoniquete adormecedor que te pone la cabeza como un bombo. Luego están los cagaprisas, que se lanzan a la carrera como si te estuvieran llevando de urgencias al paritorio. Sacan el brazo y tocan el claxon o mejor dicho el pito para todo, cuidado que voy, hazte a un lado (piii), ahora doblo a la izquierda y luego a la derecha (pí, pí, pí), ahora me meto por prohibido (repiiiiiiiii), y después me subo por la acera para atajar (pí, pipipí, pí) en fin no sabéis lo que es eso, sales atolondrado, eso si sales, porque a veces te encuentras con que las puertas en lugar de manillas, tienen agujeros y no hay quién las abra desde dentro. Saltar por la ventana? la idea no me parece tan descabellada.

El viernes, me tocó uno de los adormecidos. Estaba en la acera, mirando un mapa, cuando por casualidad levanto un brazo y 5 unidades del grupo "santa-maría-purísima" frenan en seco. Me subo echando virutas al primero que pillo, porque con la caló que hace pues no está la cosa como para hacerse la remilgada. Egytian Museum, balbuceo, el hombrecillo del turbante arranca y me mira perdido, de las dos palabritas que he dicho, no ha entendido ninguna. Repito varias veces, pero nada. Qué hago???

El taxista sigue su rumbo... me va a dar algo...pero recuerdo el nombre de la calle, Tahrir, respiro hondo y empiezo a gesticular nerviosa, emito ruidos, doy saltitos, represento una momia, tutankamon...nada... le toco 20 veces el hombro desde atrás para ver si me entiende, pero no hay manera...STOOOP! grito con autoridad y recurro al plan B, que es el más extendido entre la población y que consiste en vocearle al conductor más cercano, para que haga las veces de traductor y le explique al interfecto dónde está el lugar al que pretendes ir. El tráfico se detiene, el mundo también, todos quieren ayudar, todos gesticulan teatralmente y gritan yamin, yamin, *ala tul, schmal, *ala tul. Bien!, Bien! funciona!, en El Cairo, la solidaridad, funciona y yo... llego a destino sana y salva...Santa María Purísima!

miércoles, 11 de junio de 2008

¿Bidé económico o Escobilla supersónica?


A mí que me expliquen qué hace este artilugio en todos los baños públicos que he tenido el placer de visitar en mi ir y venir por tiendas y restaurantes en Dubai.

En El Cairo, es elemento habitual en los domicilios particulares y lo digo, porque en mis andanzas buscando casa, siempre me lo encontré. Esto me llevó a pensar que era una ocurrencia egipcia...mira, me dije, qué cacharrín tan curioso, será para hacer las abluciones en profundidad, un bidé ocurrente y económico, si señor.

Pues en ese convencimiento estaba yo, cuando llego a Dubai y amiiigo, me encuentro este invento en todos los sitios públicos y decentes...imagínate, en el baño de un centro comercial!. Por Dios, por Dios, la respiración se me cortó...vaya contrariedad, me dije, esto va a ser otra cosa...u os podéis imaginar que alguien tenga ganas de usar esto estando de compras...? bueno, bueno, y si pienso en esas mujeres, enjoyadas, con largas túnicas de seda negra...entrando en un baño, arremangándose y procediendo a lavarse las partes pudendas y las no tan pudendas, no se, no me convence, debe ser que todavía no entiendo los usos y costumbres del desierto.

Os digo que esto me quita el sueño y uno no está para preguntarle a cualquier desconocido, oiga, y usted para que usa esto, no? Te arriesgas a entrar en aguas poco recomendables. Alguien me dijo en una ocasión que es como una mini-ducha...pero claro, entrar en detalles, pues no es cuestión.

Bueno, pues en mis noches de insomnio, pienso, ¿estará en estos países la ingeniería tan avanzada que esto es el sustituto de nuestra tradicional y miserable escobilla-despeluchada-limpiadora de WCs? Pero claro, la idea de que esto no se les haya ocurrido primero a los alemanes, descarta esta teoría....

Que alguien me ayude, plis!

domingo, 8 de junio de 2008

Hogar, dulce hogar...


Cuando supe que El Cairo sería nuestro próximo destino, corrí como loca a abrir el Google Earth y me pasé horas muertas curioseando por los barrios de la ciudad.

Vi con una emoción incontenible las pirámides , tan pequeñas...el desierto que lo ocupa todo y el Nilo... casi me da...pero a lo que vamos, lo más importante es que descubrí el lugar donde quería vivir, la isla de Zamalek.

Nada más llegar, nos pusimos manos a la obra y os aseguro que la experiencia vivida convertiría un naufragio en la Amazonia, en un juego de niños.

Ahí va el relato.

El primer día, parados en medio del tráfico. Miro curiosa el entorno y lo primero que me llama la atención, es que todas las fachadas de los edificios están repletas de agujeros. No son agujeros perfectos, delicados, no, algunos parecen estar hechos con una granada de mano, o con el método del butrón. Los vecinos los hacen a discreción, para colocar el aire acondicionado, fijar enormes antenas o quién sabe qué. Yo me digo, que la bañera no te cabe en casa? no pasa nada, agujero al canto, pones un soporte y la suspendes de la fachada. Que no falte arte para estirar los metros.

Los cables de dichos aparatos, cuelgan varios metros y algunos están pelados, con lo cual si no andas listo igual te electrocutas y… un cristiano menos. En cuanto a las ventanas, puedes tener o no, puedes ponerlas rojas o verdes, con forma oval, triangular o cuadrada, de madera o metal. Aprendan el significado de democracia, señores.

Pasemos al portal, aquí nunca sabes lo que te vas a encontrar. A veces, debajo de las escaleras, hay un colchón desbaratado, mantas, restos de té y comida, esto es, el habitáculo del portero, que normalmente es un hombretón bien plantado enfundado en una galabeya.

Las subidas y bajadas en ascensor no se las recomendaría a los nerviosillos. Me acostumbré a preguntar, en qué piso es, joven? el 18,...uyyyyy...Puertas rotas, suelos descalabrados por donde veías la caída libre que te esperaba, agujeros en lugar de botones, no sabéis lo que es meter el dedo por un sitio así y unos ruidos tan sospechosos que siempre pensabas, de esta no me libro...
Con estos detalles, todo lo que os pueda decir sobre las viviendas en sí, es irrelevante y lo dejo a vuestra ensoñación. Pero hay un lugar que sí merece ser recordado.

Se trataba de un apartamento en un edificio señorial antiguo y que desde la calle parecía que estaba siendo reformado. El portal, precioso, pero vaya por Diossss, esta vez, el colchón está en medio del hall, tiene hasta una lamparita de noche...habrá que ver...
Subimos al tercer piso, no se ni cómo llegamos, porque lo que desde fuera parecían reformas, desde dentro era el acabose, no había suelos, ventanas ni escaleras completas, faltaban peldaños, paredes, en fin, era una obra de esas en las que el casco es obligatorio. Pero amigo! en medio de aquella hecatombe, vemos una puerta de madera brillante que lleva a un apartamento totalmente renovado!! con suelo de madera, ideal, vamos, para alquilar de inmediato.

Las condiciones no podían ser mejores. Por el módico precio de 1800 dólares mensuales, te garantizaban diariamente el agradable ir y venir de albañiles, fontaneros, mozos de obra, excavadoras y taladros y además te prometían que en cuanto terminaran los trabajos, te subirían el alquiler otros 500 dólares. Para los que tengáis duda, os juro que los dueños eran normales, no aceptamos porque no incluían la boina…hasta ahí podíamos llegar…

Así pasamos los días, nunca lloramos, las lágrimas no salían, supongo que porque en toda esta guerra descubrimos un mundo entrañable y conmovedor que siempre nos contagió su risa. Y a fuerza de golpes, se nos abrieron los ojos y pudimos reconocer los grandes tesoros que esconde "la madre de todas las ciudades".

Y así, un día, nos encontramos con un lugar precioso donde vivir, en Zamalek, sí, el lugar de mis sueños, enfrente del Nilo, el río más legendario de todos los tiempos.

Y colorín colorado...

miércoles, 4 de junio de 2008

Mujeres dubaitíes en tránsito a Egipto

Aeropuerto internacional de Dubai 1:30 pm.

Llegar en hora punta al aeropuerto de Dubai es una experiencia antropológica impagable. Todo está en plena ebullición, el ajetreo de los ejecutivos haciendo malabarismos con móviles y maletas, diminutos turistas u hormiguitas japonesas, uno no sabe nunca, las compras de última hora en el Duty free más famoso del mundo y las familias numerosas árabes que se mueven como pez en el agua.

Una de ellas me llama la atención.

Todos sus miembros son muy gordos, voluminosos, orondos, como gustéis. Las mujeres, cubiertas de pies a cabeza, algunas muestran la cara, otras la cubren con un velo negro lleno de pedrería. Las acompañan niños de todas las edades y temperamentos y un par de hombres que pasan desapercibidos ante ese impresionante despliegue femenino.

Las mujeres conducen unos carritos llenos de maletas enormes, bolsas de cuadros y rayas de tamaños inimaginables, cajas de todo tipo y material, para que nos entendamos, una mudanza en toda regla. Lo hacen con mucha soltura, si no te apartas, peor para tí, te pasan por encima y andando. Me doy cuenta de que esta difícil tarea no les quita concentración, porque a la vez organizan a todo el grupo, dan unas voces de escándalo, tú ven pa'cá, tú pa'llá, quita que te meto un puño y de dos golpes de cadera retiran los obstáculos y se colocan hábilmente en el mostrador de facturación destino El Cairo.

El paso de todo ese arsenal por la cinta transportadora promete, me digo. La azafata del mostrador, todo paciencia , va pesando y etiquetando, unos, dos, tres... pero ay Dios! La matriarca va y coloca un bulto del tamaño de un frigorífico familiar y que marca 120 kgs…eso es pasarse de la raya, le increpa la osada azafata... y claro, se arma la de San Quintín!!!! cuerpo a tierra, pienso, las voces de esas jabatas se alzan, gruñen, vociferan, y gesticulan indignadas, en fin, que para que os hagáis idea, el lío es de tal tamaño que hay que llamar al jefe de terminal para que ponga orden, pobre hombre, le van a despedazar… y no me equivoco, llega, ve, agacha las orejas y permite el transporte. Bravo chicas! qué pañuelo, ni burka, ni que nada, eso sí es liberación femenina, mujeres al poder! hasta ganas me dan de aplaudir, pero estoy algo cohibida, quién sabe si al final no me toca algo de lo que están repartiendo... lo único que espero, eso sí, es que no les permitan viajar con la nevera como equipaje de mano, y digo nevera, SI, con conocimiento de causa, porque en los meneos que tuvieron lugar en el forcejeo, que lo quites...que no lo quito, que te doy un guantazo, se abrió el empaque y apareció ese artilugio doméstico, sí como lo oís.

Después de esta experiencia sólo me queda decir que las féminas árabes son la leche, tienen un poder de persuasión y negociación que deja pequeño a cualquier miembro masculino del clan, los hombrecitos que las acompañan son unos siete jijas! pienso.

Para vuestro interés os diré que el vuelo hubiera podido ser una batalla campal con semejante personal a bordo, pero descartando que todos llevaban sus móviles encendidos, todo discurrió tranquilamente y pudimos entregarnos a nuestros dulces sueños.

Llegar de nuevo a El Cairo, mugroso y querido, fue la mayor alegría, por fin en casa.

Nos vemos pronto, amigos. Ma*a salama.