Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

miércoles, 30 de julio de 2008

Grabación de la tertulia en Radio Euskadi

Queridos amigos,

Habréis notado que la actividad del blog se ha relajado un poco...No pasa nada! sólo estoy de vacaciones, disfrutando del buen tiempo y de mis paisanos...y prometo que pronto estaré de vuelta con más historias.

Ayer, participé otra vez en la tertulia de bloggers vascos en el extranjero que emite Radio Euskadi. Oskar, que vive en Japón y yo, charlamos sobre nuestras experiencias en estos dos países, tan diferentes del nuestro.

Os envío el enlace a Ikublog, donde podéis oir la grabación completa del programa. Durante el verano habrá más tertulias. Os iré avisando sobre la marcha.


Gracias a los chicos de la radio y a Oskar por la grabación.
Nos vemos!

sábado, 19 de julio de 2008

Escenas en el aeropuerto de El Cairo


En el aeropuerto de El Cairo hay especialistas en descubrir quien anda perdido o quien necesita ayuda. Incluso aunque te muevas con soltura tratando de disimular tu desconcierto, habrá quien se te acerque preguntando Can I help you? y seguramente podrá.

Estos curiosos personajes, que pasan por atentos empleados, están dispuestos a decirte dónde recoger tu billete electrónico, comprar visados, facturar el equipaje y si te empeñas, comprarte un bocata. Cuando al final de sus amables indicaciones te despides lleno de gratitud, ellos se frotarán enérgicamente el pulgar y el índice y te dirán money, money?

El otro día caí en manos de uno de ellos, un tipo bastante sólido, un armario, vamos. El individuo me indicó dónde encontrar la oficina de Egypt Air y me acompañó los pocos metros que me separaban de ella. Cumplida la misión susurró, money, money, instándome a sacudirme los bolsillos buscando, sin suerte, algo que darle. Le miré desolada, no encontré ni un clavel. En ese momento supe que tenía que escabullirme y rápido. Allí le dejé, gesticulando, enfadadísimo mientras yo me escurría entre la gente hasta perderle de vista.

Amigos, no os dejéis intimidar por un asunto de este tipo, ni por tipos extra large. Las propinas no son obligatorias en el aeropuerto, incluso os encontraréis con carteles que indican que no deben darse.

Ya liberada, seguí mi camino hasta el mostrador de facturación. En esta época del año las colas son inmensas, hay muchísima gente que viaja. Miro a un lado y a otro buscando mi compañía aérea y veo, sorprendida, que en medio de aquel trajín de viajeros hay una zona bastante aislada donde espera nerviosa una mujer vestida con su traje nupcial largo y almidonado.

Al principio sólo me resultó curioso y no le presté demasiada atención. Me imaginé que era una recién casada y esperaba ver aparecer en cualquier momento al novio que estaría peleándose con el energúmeno del money, money. Qué incómoda manera de viajar, pensé, y es que el traje se las traía, con una especie de can-can en la parte inferior que le iba a amargar el viaje de novios.

Pasaba el tiempo y del supuesto novio o ya marido, ni rastro. Entonces me busqué una esquina desde donde poder observar la escena sin molestar y allí me di cuenta de que todo el mundo miraba de reojo a la pobre chica. Era como un espejismo. A un lado de la terminal, el ajetreo de los viajeros yendo y viniendo, largas colas y carros con maletas y al otro, ella, jugando nerviosa con su ramo de flores y la miraba perdida siempre en la misma dirección.

Al cabo de una hora seguí mi camino hacia la sala de embarque y la dejé allí, plantada, esperando, como Penélope.

La olvidé tan pronto empezaron a llegar otras presas con las que entretenerme, mujeres cubiertas con guantes y velos blancos, otras más atrevidas con sandalias de stripper escondiendo enormes moños bajo pañuelos de lentejuelas y muchas manos desconocidas maquilladas con henna.

Por fin llegó la hora de desplazarse al avión. Me levanté y miré hacia la pista. De repente, en la sala de al lado, tras el cristal, la vi, con su vestido de novia y su ramo, iba sola, preparada para subir al avión rumbo a algún lugar que no se, pero que daría sentido a esta historia. Y en ese momento, se me pasó por la cabeza La novia siria, también sola, emprendiendo camino hacia un altar muy lejano, con su vestido nupcial y su ramo, cruzando a pie la frontera, entre soldados, sin familia, sin amigos...Hoy, todavía me acuerdo de esta, de la que tuve tan cerca, qué será de ella...

domingo, 13 de julio de 2008

Herederos de los grandes constructores de pirámides.


Me he pasado las últimas 9 semanas viajando de un lugar a otro, haciendo y deshaciendo maletas y no se cómo he podido sobrevivir con esta alegría a semejante trajín. El optimismo con el que inicié esta aventura cairota me dio, sin duda, energía para doblar y desdoblar, colgar, colocar, extender y un par de días después, volver a empezar.

A medida que pasaba el tiempo, el desbarajuste iba campando a sus anchas. Junto a ropa y calcetines, viajaban cargadores de teléfono, una plancha, un camello de peluche, el salchichón que me traje de Alemania y un chorizo para las lentejas, en fin, un batiburrillo sin ningún glamour que iba paseando por países y hoteles.

Por suerte, entre viaje y viaje, tuve tiempo de alquilar una bonita casa, sin cortinas con chorreras ni columnas doradas y garras de león. Pero a pesar de lo que decía el contrato, el momento de entrar a vivir nunca llegaba, envueltos como estábamos en un torbellino de obras interminables concebidas por un dueño de lo más peculiar.

Cuando ya había perdido la esperanza, me llegó la buena noticia, nos iban a entregar las llaves de la casa. Después de interminables chapuzas y muchas semanas de retraso, todo estaba listo y funcionando. Di volatines, tiré cohetes y abracé a P. enfervorecida. Biennnnnnn! Biennnnnnn! Así entré en una casa en la que sólo había una cama y dos sillas. Pero esto me pareció el paraíso, después de lo que me había costado poner un pie ahí dentro.

Ya a la firma del contrato, me había parecido que el casero era un personaje de lo más curioso, pero que queréis que os diga, el amor es ciego y la casa me encantaba. Esta manía suya de rizar el rizo se convirtió en una pesadilla. Cada vez que llegaba el momento de la entrega, volvíamos al principio, se repintaban paredes, se barnizaba por quinta vez el parquet, o se picaban todos los azulejos de la cocina porque habían quedado algo torcidos. Calidad ante todo.

Y qué vas a hacer, dime, ahí le dejas cambiando azulejos...al final, podría ser peor. Y es que en mi corta experiencia en esta increíble ciudad me he encontrado con exóticos de todo tipo. Una vez vi una casa en alquiler, donde la dueña, derroche de flexibilidad, había fijado todas las camas con cemento al suelo, sí, con cemento de levantar tabiques. Que no querías camas? ahhhhh, que querías una? pues toma dos!!

Pero volviendo a mi historia…

A la vez que se retocaba cada menudencia, se dejaba de hacer lo elemental, colocar lámparas, poner enchufes y ventanas, acabar el baño, ya sabéis, todas esas cosas sin las que la vida no es tan agradable.

Un día sí y otro no me pasaba por allí con la esperanza de que hubieran terminado, pero siempre les pillaba con la brocha haciendo retoques. Los albañiles ya me conocían, “Hallo Madame”, me sonreían y me hacían señas para que entrara. El regocijo por mi visita era grande. Y desde luego, si no me lié a tiros en todo ese tiempo, fue por la enorme simpatía que me despertaron.

Uno, de ojillos rojos y cara flaca debía ser el jefe del grupo y hacía conmigo siempre el mismo recorrido, la cocina, el baño, la habitación...eeepa! aquí entro un día y me encuentro a un muchacho arrodillado sobre un pedazo de cartón. Está rezando. Se pliega sobre sí mismo varias veces hasta tocar el suelo con la frente y repite con un murmullo una oración...me quedo pasmada y me paro en seco. Realmente no se que hacer. Estas escenas se repiten a diario en los lugares más insólitos, en la garita del policía, en el portal de las casas, la sala de espera del dentista, el bar…y nadie parece notarlo.

Sigo el recorrido intentando descubrir que es lo que habían hecho en los últimos días, pero no veo adelanto alguno. Calculo los días que han pasado desde mi última visita por 8 horas de trabajo y por número de albañiles y llego a la conclusión de que son unos mantas.

Desconsolada pregunto con señas y con las pocas palabras que he aprendido de ellos, qué van a hacer hoy, si por fin van a terminar, pero el flaquito se encoje de hombros y señalándome con el dedo hacia el suelo dice poniendo cara de gran respeto Mr. Mohamed. Ahhh, voy entendiendo, eso significa que debo preguntar por el dueño, que vive en el piso de abajo.Pero no hace falta, el míster aparece en la puerta dando órdenes y se acerca sonriente.

Hablamos de esto y de lo otro y luego, le repito las mismas cosas de cada día...falta esto, aquello, qué cuándo llegan la lámparas, y los enchufes, en fin, el mismo rosario de siempre. Me amenaza con volver a barnizar el suelo pero, me nota nerviosa y me promete que en un par de días dejará todo listo. Me toca el brazo solemnemente y me susurra serio, don't worry, I want you to be happy, y mira cautelosamente a su espalda por si alguien le oye...

Bueno, pues desde esta conversación hasta la toma de posesión pasaron otras 6 semanas, es decir, 42 dias y noches de hoteles. No me preguntéis que hizo en este tiempo, prefiero no saberlo, aunque le agradezco profundamente que la primera noche, a modo de bienvenida, explotaran todos los focos de la cocina y aterrizaran en mi yogur y que además, como veis en la foto, me haya colocado una mirilla telescópica extraíble, que si me apuras te puede sacar hasta un ojo, y bueno, bueno, qué me decís de los otros agujerillos para garantizar la ventilación, eh?, sin duda, sangre de faraones.
Ole, ole y ole!


lunes, 7 de julio de 2008

Del metro y sus aromas al barrio copto


Ya llevo más de ocho semanas por aquí y hoy se me ha ocurrido visitar de nuevo el barrio copto, esta vez en metro. Primero tomé un taxi hasta Ópera y de allí, haciendo una escala, llegué hasta la parada en el corazón del barrio cristiano. Una vez bauticé en mi blog a los taxis callejeros como los SMP y ahora llamaré al metro LALO, La Longaniza, por lo prieto de las carnes.

El billete cuesta una libra egipcia y lo debes conservar hasta el final del trayecto porque si no, no sales. Antes de subir, hay que fijarse en los vagones ya que los primeros son sólo para mujeres. Si eres chico y te metes por equivocación en el de las señoras, ten por seguro que te sacan a patadas y además de eso tienes que ir a dar explicaciones a la policía, así que ojito y nada de trucos.

Yo, que estaba dispuesta a conocer el Cairo más profundo, me subí al mixto.

Entrar en un vagón de este tipo en hora punta es realmente para audaces. La gente se apelotona dentro, todos bien encajados, lo mismo dan 4 que 400, todos caben y si no pues empujan, pero nadie se queda en tierra. Si lo ves desde fuera, te dan unos escalofríos que paqué.

Así que os imaginaréis que yo también entré y a pesar de la marea humana que me encontré, conseguí que ningún hombre me rozara…cómo? Muy sencillo, los sexos opuestos no se tocan, si existe el mínimo contacto, el hombre debe lavarse antes de la oración, todo, lo nombrable y lo innombrable, de arriba abajo, vamos, lo mismo que debe hacer cuando entra en asuntos mayores con la parienta. (fuente: una divina colombiana casada con un egipcio)

Una vez dentro, crees haber entrado en un baño turco. El olorcito que emana de estos vagones es una mezcla de cordero cocido, coliflor al vapor y camembert maduro. La reacción espontánea es toser y taparse la nariz, pero yo estaba tan preocupada en mantenerme de puntillas, con una mano agarrada a un gancho que salía del techo, y con la otra a la oreja de P. que no podía prestar atención a estas manías olfativas que me habían entrado. Por suerte, el trayecto con aromaterapia sólo duró una estación y en el siguiente tramo, el tren iba mucho más vacio de personal.

Si eres chica y te decides por este medio de transporte, no se te vaya a ocurrir vestirte con tu pantaloncito de pin up, porque los hombres no te quitarán ojo y las mujeres, que van muy tapadas, tampoco te mirarán bien.

Cuando me bajé en la estación, una ola de calor me pegó en la cara y me dejó atontada. Miré en todas direcciones buscando sombra, pensé en la gruta donde se refugió la Sagrada Familia tras su huída a Egipto, pero al final elegí la Iglesia Colgante, Al- Muallaga, una de las iglesias cristianas más antiguas, data del siglo IV. El lugar es precioso, no tengo palabras, lleno de rincones y gente curiosa. Lo mejor es ir en viernes o domingo y quedarse a ver una misa, es impresionante y veréis que el cura celebra de espaldas a los feligreses.

Allí andaba yo sentada a las mil maravillas cuando veo aparecer por el pasillo central a un guía con un grupito de turistas españolas. Las pobres mujeres eran el centro de atención de todos, porque encima de su ropa les habían puesto una improvisada bata blanca de barbero que les llegaba a los pies y no sabías si salían del Spa o iban a cantar Gospel.

Al principio pensé que llevarían debajo, como única indumentaria, el trikini, pero no, iban bastante normalitas… y entonces me sorprendí, porque hacía un rato había entrado otro grupo con abundantes carnes contenidas a duras penas por finos tirantes de lycra y allí no había pasado nada, no señor…tendré que preguntar…

Y al salir, la caló seguía apretando, así que entré en una tienda y me dejé engatusar por el vendedor que entre semana es picapleitos, en fin, que salí con una foto debajo del brazo preguntándome qué iba a hacer con ella…alguien me quiere decir?

viernes, 4 de julio de 2008

Desde El Cairo para Radio Euskadi :-)

Ayer me di cuenta de que la ley de Murphy es una idiotez. Eso de "Si algo puede salir mal, saldrá mal", no tiene ningún fundamento si uno está firmemente decidido a conseguir su propósito y claro, como dicen los cairotas In šā' Allah!.

Estando en Jordania, me escribió Aintzane, del
programa Graffiti en Radio Euskadi. Me dijo que había visto mi blog, le había interesado y que le gustaría entrevistarme vía telefónica en su programa de las tardes.

Esta petición llegada de Bilbao me conmovió, la verdad, ya dice el refrán que la cabra siempre tira al monte y aunque soy una expatriada profesional, 13 años y 3 países, me ablando mucho cuando me suenan ritmos vascos. Así que dije sí, claro, sin pensar que todavía no tenía teléfono en casa, sólo un móvil que parece que funcionaba bien.

A la hora convenida, busqué un lugar en el exterior para asegurarme una buena comunicación y me fui a la preciosa terraza del hotel Marriott, allí, pensé, hay calma y un ambiente muy tranquilo.

Cuando se suponía que recibiría la famosa llamada, se me cruzó otra relacionada con nuestra mudanza que me anunciaba la llegada de nuestros muebles esta semana. Esto, que en otras circunstancias me hubiera hecho dar saltos y gritos de alegría, me puso al borde de un ataque de nervios... Oye, no había manera de dejar a aquella mujer, habla, habla y habla... no me faltó más que suplicarle que cortara, pero no había manera, ella empeñada en contar detalles que nada tenían que ver con el asunto a colación.

Unos minutos más tarde, me llama la emisora y me horroricé...no es que la comunicación fuera más o menos, no, es que NO había quién entendiera la voz de extraterrestre que salía por el teléfono, hasta llegué a pensar que había interferencias de ultratumba...

Esperaa, esperaaa, no entiendo nada...me moví de aquí para allá buscando cobertura, nada, hasta 5 veces me llamó el pobre hombre, que tenía una paciencia a prueba de bomba...

Qué hago, qué hago?? Me eché a correr, entré en el hotel y subí las escaleras de dos en dos...derrapé por el suelo, recién encerado y aterricé de bruces en el Business center. Allí me encontré en pocos minutos sentada en una improvisada esquina junto a la puerta de entrada, conectada con Radio Euskadi y escuchando la entrevista anterior.

En el momento en que oigo a la periodista decir, "y ahora vamos para El Cairo, allí tenemos a...."se abre la puerta, que casi me da en los morros y entra un nutrido grupo de gente, que se pone a mi lado y empieza a bocear con una queja al más puro estilo cairota. Por poco pierdo el conocimiento...qué desastre!.

Pero yo tenía el firme propósito de que Murphy no me amargara la tarde, así que miré hacia la pared, me concentré y lo conseguíiiiii.

P., que estaba sentado enfrente y leía el periódico, ni una foto para el blog me hizo. Dice que sólo pensaba, pobre mujer!.

Chicos de Radio Euskadi, Gracias por invitarme, lo pasé bien, bien! y un abrazo muy especial para Aintzane.

jueves, 3 de julio de 2008

Esto no es ni el Cantábrico ni una playa nudista. Es el Mar Muerto!


La vista desde Monte Nebo donde, según el relato bíblico, Dios mostró a Moisés la tierra prometida, es impresionante. En un día claro la vista llega hasta Palestina y puedes ver las montañas de Jerusalén. Desde allí sale una carretera asfaltada que desciende hasta el Mar Muerto y que discurre por un desierto atravesado por una extensa franja fértil, el valle del Jordán, donde crecen olivos, plataneros y toda clase de árboles y plantas.

Cuando llegas a la carretera de la playa, te topas con un puesto que da a los turistas la bienvenida. No lo hacen al estilo de Mr. Marshall, no. En esta improvisada oficina de turismo te encuentras a un tipo sentado en un observatorio y con una especie de aparato ametrallador o lanzabazocas, no se bien, que gira y apunta a todo el que pasa por delante. Mon dieu! debe ser que los israelitas están muy cerca... En fin, la temperatura allá abajo, había subido como 6 grados, así que tendríamos unos 45 ó 48 del ala.

Fuimos a una playa pública que nos costó 10 euros y alquilamos unas toallas por otros 2. Entré en los vestidores de señoras y de los más sofocada, me despegué las ropas y me cambié de indumentaria. Hacía un calor de la GRAN, pero encima del traje de baño, decidí ponerme de nuevo los pantalones y la camisa para bajar hasta la playa. El caso es que todavía no conozco las costumbres de baño en esta región y no me atreví a dar la nota. Un momento antes me había cruzado con una señora que llevaba una especie de traje de buzo de neopreno, del cuello a los pies. Por encima de esto, se había echado otra prenda del mismo material que parecía un vestidito tieso hasta las rodillas y en la cabeza, un gorro al estilo de los que usaba Cousteau para sumergirse en las profundidades siderales. Os imaginaréis que con este panorama, yo podría parecer fácilmente una fresca sin vergüenza alguna.

No había ni gota de sombra en las escaleritas que bajaban a la playa, vaya caló. Por suerte encontramos una palapa con sillas en la sombra, seguramente a unos 40 grados nada más. Así que ropa y sandalias fuera y pa´l agua. Pero vaya achicharramiento! los cuarenta y muchos grados también los teníamos en la arena. Después de andar un par de metros, tenía los pies abrasados, miré dando saltitos y calculé la distancia de regreso o seguir hasta la orilla y opté por seguir corriendo como pude por encima de las miles de piedras pequeñas que se me clavaban en las plantas.

Y por fin el agua refrescante, allá voyyyy…me tiro y jolín, jolín, qué era aquello?… qué temperatura!!!, 38 grados!!, me dieron ganas de salir como un resorte, escopetada, pero miré y la perspectiva de la arena ardiendo no era mejor. Y las piernas!, era el colmo! me escocían como locas y me acordé de la reciente depilación y claro, del nivel de sal del mar, pero no había para dónde tirar y tuve que relajarme y hacer repetidamente OMMMMMMM. No olvidéis esto, chicas y chicos. Nada de afeitados o cosas por el estilo antes de zambullirse en este mar.

Entonces empecé a experimentar con la flotación y os juró que es flipante. No hay manera de nadar, la mejor posición es panza arriba, no hay que hacer nada, te quedas así y ya. Si intentas nadar, cada vez que te pones de costado el mar te deja en la misma posición, mirando al cielo, es como si fueras un tentetieso, no tienes elección.


Estos jueguitos están bien para unos pocos minutos, porque con esas temperaturas del agua, no hay quién resista dentro. Sales pegajosísimo por el salitre y otra vez la carrera sobre aquellas piedras hacia la ducha, que esperas sea fría, no? por qué iban a tener agua caliente, me queréis decir? Cuesta dinero y además, no es necesario.... Ja, Ja,Ja, ilusos… me abraso la espalda con el chorro y pego un grito! 45 grados, sentencia P. y os juro que él entiende de eso.

En fin, esto es el Mar Muerto, las calderas de Pepe Botero a 400 metros por debajo del nivel del mar. Pero no os desaniméis por mi relato, ir, tenéis que ir!. El color del mar y del cielo, Jericó y las montañas de Jerusalén, el desierto con los asentamientos beduinos, caballos y camellos, es una de las mejores cosas que veréis en la vida.

Nos vemos!





miércoles, 2 de julio de 2008

De bigotes y música jordana















Ayer andaba yo en el este de Amman, cenando en un restaurante con nombre de cuento de hadas "érase una vez..."Aunque cueste creerlo, hacía un frio que pelaba, los techos eran muy altos y el aire acondicionado estaba a tope. En estos lugares hay que ser precavido y tener siempre a mano algo que echarse encima.

En la mesa de al lado se sentaba una familia norteamericana con dos chicas adolescentes que, por cierto, eran unas ridículas. Y digo esto porque no paraban de reir y gesticular cada vez que entraba alguna familia jordana vestida con el traje tradicional. De dónde vendrían, me pregunté, porque si en algún lugar del mundo hay estos exotismos y muchos otros es en USA. En fin, la escenificación era tan buena que rápidamente entendí que lo que más chirigota les causaba era el poblado bigote de las señoras de más edad...me sonreí y pensé en el mal negocio que es la depilación en algunos lugares.


La comida era un espectáculo. Bandejas y más bandejas con toda clase de delicias frías y calientes, entradas jordanas, sopas, asados, cordero, caza, dulces orientales, en fin, que se me apareció la tentación en forma de cazuela. Junto a la comida, había una pequeña cava de vinos que nadie tocó. Miré en todas las mesas con curiosidad y sólo encontré agua, en la nuestra también. Creo que el tema del alcohol lo toman en serio, por lo menos en público.

Después de semejante atracón, lo que me apetecía era una sobremesa tranquila, pero el frío y un músico del tipo "somnífero oriental" me dieron la noche. Las primeras piezas las escuché con atención, incluso aplaudí con entusiasmo, pero después de dos horas, no había cristiano que pudiera seguir con aquella tortura.

Llegó un momento en que ya ni los aspavientos de las americanas me mantenían despierta. Pero de pronto, de las cuerdas sale una musiquilla arabesca que me resulta muy conocida, escucho y escucho y reconozco por dios, por dios, un Porompompero!!! que el hombre somnífero masculla en árabe sin la gracia gitana de Manolo Escobar, of course. Ya no sabía a qué atenerme, me esperaba ver saliendo cualquier cosa, trajes de faralaes, peinetas y claveles, pero no, al final, no.

Hoy me pregunto, igual que aquello del huevo y la gallina, quién fue el primero con lo del porompompón, nuestro Manolo o alguna eminencia palestina. Al que tenga el dato, le ruego me informe, plis.

Y como este blog me ha salido muy musical, aquí va una información muy interesante para el que vaya a visitar en julio Jordania, el Festival de Música, en el que participarán, entre otros, Plácido Domingo y que tiene lugar en diferentes sitios históricos al aire libre, como la maravillosa antigua colonia romana -aprox. siglo I antes de Cristo- de Jerash o Gerala. Disfruten!