Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

domingo, 8 de junio de 2008

Hogar, dulce hogar...


Cuando supe que El Cairo sería nuestro próximo destino, corrí como loca a abrir el Google Earth y me pasé horas muertas curioseando por los barrios de la ciudad.

Vi con una emoción incontenible las pirámides , tan pequeñas...el desierto que lo ocupa todo y el Nilo... casi me da...pero a lo que vamos, lo más importante es que descubrí el lugar donde quería vivir, la isla de Zamalek.

Nada más llegar, nos pusimos manos a la obra y os aseguro que la experiencia vivida convertiría un naufragio en la Amazonia, en un juego de niños.

Ahí va el relato.

El primer día, parados en medio del tráfico. Miro curiosa el entorno y lo primero que me llama la atención, es que todas las fachadas de los edificios están repletas de agujeros. No son agujeros perfectos, delicados, no, algunos parecen estar hechos con una granada de mano, o con el método del butrón. Los vecinos los hacen a discreción, para colocar el aire acondicionado, fijar enormes antenas o quién sabe qué. Yo me digo, que la bañera no te cabe en casa? no pasa nada, agujero al canto, pones un soporte y la suspendes de la fachada. Que no falte arte para estirar los metros.

Los cables de dichos aparatos, cuelgan varios metros y algunos están pelados, con lo cual si no andas listo igual te electrocutas y… un cristiano menos. En cuanto a las ventanas, puedes tener o no, puedes ponerlas rojas o verdes, con forma oval, triangular o cuadrada, de madera o metal. Aprendan el significado de democracia, señores.

Pasemos al portal, aquí nunca sabes lo que te vas a encontrar. A veces, debajo de las escaleras, hay un colchón desbaratado, mantas, restos de té y comida, esto es, el habitáculo del portero, que normalmente es un hombretón bien plantado enfundado en una galabeya.

Las subidas y bajadas en ascensor no se las recomendaría a los nerviosillos. Me acostumbré a preguntar, en qué piso es, joven? el 18,...uyyyyy...Puertas rotas, suelos descalabrados por donde veías la caída libre que te esperaba, agujeros en lugar de botones, no sabéis lo que es meter el dedo por un sitio así y unos ruidos tan sospechosos que siempre pensabas, de esta no me libro...
Con estos detalles, todo lo que os pueda decir sobre las viviendas en sí, es irrelevante y lo dejo a vuestra ensoñación. Pero hay un lugar que sí merece ser recordado.

Se trataba de un apartamento en un edificio señorial antiguo y que desde la calle parecía que estaba siendo reformado. El portal, precioso, pero vaya por Diossss, esta vez, el colchón está en medio del hall, tiene hasta una lamparita de noche...habrá que ver...
Subimos al tercer piso, no se ni cómo llegamos, porque lo que desde fuera parecían reformas, desde dentro era el acabose, no había suelos, ventanas ni escaleras completas, faltaban peldaños, paredes, en fin, era una obra de esas en las que el casco es obligatorio. Pero amigo! en medio de aquella hecatombe, vemos una puerta de madera brillante que lleva a un apartamento totalmente renovado!! con suelo de madera, ideal, vamos, para alquilar de inmediato.

Las condiciones no podían ser mejores. Por el módico precio de 1800 dólares mensuales, te garantizaban diariamente el agradable ir y venir de albañiles, fontaneros, mozos de obra, excavadoras y taladros y además te prometían que en cuanto terminaran los trabajos, te subirían el alquiler otros 500 dólares. Para los que tengáis duda, os juro que los dueños eran normales, no aceptamos porque no incluían la boina…hasta ahí podíamos llegar…

Así pasamos los días, nunca lloramos, las lágrimas no salían, supongo que porque en toda esta guerra descubrimos un mundo entrañable y conmovedor que siempre nos contagió su risa. Y a fuerza de golpes, se nos abrieron los ojos y pudimos reconocer los grandes tesoros que esconde "la madre de todas las ciudades".

Y así, un día, nos encontramos con un lugar precioso donde vivir, en Zamalek, sí, el lugar de mis sueños, enfrente del Nilo, el río más legendario de todos los tiempos.

Y colorín colorado...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando yo llegue a mi casa en bilbao (tambien victoriosa) no teniamos portero automático, por lo que yo tenía una llave colgada del balcón con un hilo que llegaba, al ser desplegado, hasta el suelo, para que los amigos pudieran subir sin gran trasiego de escaleras.
en la cocina, no teníamos porteros en colchones, pero había una cucarachas, que si hubiera estado lista les habría puesto un uniforme de nurse inglesa y me habrían criado a los hijos de maravilla.
tuve que deshacer habitaciones ridículamente altas, cortándolas por la mitad, para poder colocar a Jorge y Victoria.
en el ascensor de mi casa el agujero mas grande no es el de los botones sino el del propio ascensor.
y todo eso sin buen humor, mas que el nuestro, y sin pirámides.
yo me quiero iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir al Cairooooooooo.
besos a todos

Javilu dijo...

Ja, Ja, Ja, me río yo de las Cucarachas/Nurses

Al entrar en la que iba a ser mi nueva casa (los fieles de Cuadernos de El Cairo ya la conocéis), me encontré con un portal impecable, un ascensor con sus correspondientes botones (los cuales, por cierto, funcionaban a las mil maravillas) y un rellano de la escalera en perfectas condiciones.

Conseguí atravesar la puerta de entrada gracias a mi lúcida inteligencia, mi habitual sagacidad y a mis impagables 110 Kg. (siento no poder dar su correcta equivalencia en libras para el público anglosajón), con los que percutí repetidamente para conseguir abrir un hueco por el que introducir los susodichos kilos, acompañados de sus respectivas protuberancias (ergo barriga).

Cual fue mi sorpresa al comprobar que el coqueto salón en el que transcurrió mi infancia se había convertido en una réplica antediluviana de Media Market. A mis pies se desplegaba la mayor colección de televisores viejos que recuerdo –por supuesto estropeados- junto con algunos restos de periódicos y comida para perros -iba a poner Friskies, pero he recordado que no se pueden decir marcas (sobre todo gratis)-.

Al aproximarme a la cocina descubrí el último modelo de friegaplatos disponible en el mercado. Su diseño era súper funcional. Tenía totalmente la apariencia de un armario de cocina, pero al abrirlo descubrías en sus baldas los platos sucios del último mes o mes y media. Era de una capacidad asombrosa pues también contenía fuentes y cazuelas (con su correspondiente carga de mugre). Eso sí, tras media hora de análisis en profundidad no fui capaz de encontrar los tubos de entrada y salida del agua, ni el programador, ni el cajetín del jabón. Los diseños italianos son la pera.

Continuará…..

Javilu dijo...

Continuará…..

Todavía conmocionado por el descubrimiento decidí proseguir con la visita, para o cual utilicé una de las múltiples pulgas/taxi que encontré en la entrada. Elegí una, modelo monovolumen para ir más cómodo, y empecé a ver la nueva decoración del pasillo. Donde antes había unos anticuados apliques de lágrimas, ahora se podía observar unos preciosos agujeros, adornados por una serie de cables, a modo de cola de caballo, de los cuales ignoro su finalidad. No conseguí detener aquí a mi pulga, por que me sorprendió otro cable, que colgaba desde una habitación por todo el techo del pasillo, y que se introducía en el baño. Al llegar al baño me creí Superman, con visión de rayos X, pero tras la sorpresa inicial descubrí que lo que realmente pasaba era que había un agujero en la puerta que permitía ver el interior.

Allí encontré, al otro extremo de ese cable, otro electrodoméstico, en esta ocasión diseño escandinavo, que me recordó vagamente a una lámpara de mesilla, colocada colgada de un gancho, en posición invertida colgando de un clavo. Digo vagamente, porque carecía de pantalla, pie y cualquier otro adminículo, aunque al igual que la lámpara conseguía dar una tenue luz. Me imagino que tenue en consideración con el fantástico guateque (party para los güiris) que se desarrollaba en la bañera, y que haría las delicias de cualquier entomólogo profesional.

Tras una larga discusión con mi taxista (que lógicamente quería aprovechar y quedarse en la fiesta para ver si pillaba), entre en la habitación a recuperarme de la visita. Deposité a unos amigos vuestros (los 110) sobre la cama, y cual fue mi sorpresa al comprobar que en vez de quedarse donde los había dejado, se empeñaban en bajar hasta el suelo. Como a mí la física me supera, consultaré con el Dr. Janzen si este extraño comportamiento es debido la dinámica de fluidos o al hermoso agujero con el que contaba el somier.

Tras mucho pensarlo decidí posponer el resto de la inspección para otro día, y me marche a mi casita a descansar. No os podéis imaginar la alegría que sentí al llegar, no se si por salir de territorio comanche o al comprobar que el dicharachero taxista que me había acompañado en la visita, se había encariñado conmigo y había decidido acompañarme a casa, junto con su familia, conocidos, y algún que otro satélite que aprovechó el dobladillo de mis pantalones para ahorrarse la carrera.

Hay amores que matan (comentó el taxista, cuando le presenté a mi amigo Raid –para los güiris “matamoskiten”-.

En fin, salud

Javilu

Anónimo dijo...

Esto es una vida divertida, o al menos a mí me lo parece, vaya historias...vamos a recopilarlas en un libro para que lo lean los ingratos que nos sucederán,, jajajajaja.

Anónimo dijo...

Te escuché en un programa por internet y enseguida he vinido para acá a coner y me ha encantado tu blog. Yo igual no vivo en mi país, soy panameño viviendo en México y me gustan los blog de personas que viven fuera de su tierra... así que por acá me tendrás leyéndote.

Me ha encatao esto de buscar tu casa.

Saludos pues