Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

martes, 16 de septiembre de 2008

Una princesa saudita y otras mariposas.


Jeddah vive de noche. El movimiento de la ciudad empieza minutos antes de la puesta de sol.

El formidable paseo de la playa va llenándose de gente. Todos salen de sus coches cargados con las alfombras orientales debajo del brazo. Con sumo cuidado las extienden en el suelo preparándose para un curioso pic-nic. Allí, frente al mar se sientan a ver la puesta de sol y a esperar el momento de la cena, el Iftar. Veo a un hombre sentado con 4 mujeres veladas, me pregunto si serán todas suyas, hay también grupos de amigos y familias con niños pequeños. Parece que dentro de unos pocos minutos no cabrá ni un alfiler.

Hacia las 6 de la tarde llegamos a una terraza entre árboles tropicales y palmeras. Las familias ya esperan sentadas a la mesa el canto del muecín que indica que se puede romper el ayuno. Todos al unísono, toman agua, zumo o café árabe con cardamomo. Después de tantas horas sin ingerir líquidos, están deshidratados. Unos cuantos dátiles preparan el estómago para la primera comida del día.

Después de este ritual de inicio, se van acercando al magnífico buffet que cada noche ofrece un auténtico festín. Sopas, entrantes fríos y calientes, carnes, mariscos, pescados, y un impresionante surtido de dulces árabes de lo más exótico. Es una delicia que se acaba en escasas dos horas, cuando la gente se va retirando para la oración nocturna. Después, con el cuerpo ya saciado, la ciudad revive y las calles se llenan de coches en busca del mall de moda.

Hacia las 10 de la noche me vinieron a recoger para acompañarme a un evento "sólo para mujeres". No vayáis a pensar en espectáculos con hombres musculosos en tanga, no. En Arabia Saudita existe una estricta separación de sexos y hombres y mujeres no se encuentran nunca, ni tan siquiera en las bodas, así como lo oís.

Dicho evento se organizaba en los salones de un gran hotel y tenía carácter benéfico. No me dieron mucha información, por lo que no sabía bien qué era lo que me iba a encontrar. Sí me encandiló la idea de ver a todas aquellas mujeres desenmascaradas. Qué se escondería detrás de tanta tela negra, pensé.

A juzgar por el tráfico que aquello ocasionó, debía ser un acontecimiento importante en la ciudad. Cientos de mujeres iban llegando en lujosas limusinas. Nunca me imaginé que pudiera ver tantos Rolls-Royce juntos. De ellos bajaban sus dueñas con sus abayas negras puestas, nada especial. En la entrada, bien iluminada con imponentes lámparas de cristal, ya me imaginé el espectáculo que me esperaba, la transformación de la mariposa.

Los salones albergaban unas 100 tiendas montadas para la ocasión que me sorprendieron por las bonitas e interesantes cosas que vendían.

Ante mi vista se me apareció un mundo desconocido. Mujeres con vestidos impresionantes, gasas y sedas hasta el suelo con colores y estampados maravillosos, peinados perfectos y joyas de impresión. Todo este despliegue de belleza sólo para pasar el rato entre ellas, charlar, saludarse y comprar algo aquí y allá. Supongo que las más jóvenes tendrían el propósito de llamar la atención de sus futuras suegras, ellas deciden a quién presentarán a sus hijos, así es como se arreglan los matrimonios.

Yo apenas podía prestar atención a todo lo que tenía delante de mí, nunca antes había visto un despliegue de mujeres tan exquisito. Tengo que explicaros que no fue el lujo lo que más me llamó la atención, sino el buen gusto y la belleza de aquellas mujeres. En este tipo de eventos, uno siempre encuentra de todo, muchas veces se hace alarde de un barroquismo y un gusto pésimo, así que, en esta ocasión no me quedó más que abrir la boca.

Difícil de creer que ellas mismas fueran las que se esconden debajo de negros velos, las que tienen prohibido conducir, salir solas a la calle o viajar sin el permiso del marido. Me pregunté toda la noche si serían felices con tanto y con tan "poco".

Había tiendas de todo tipo, telas, alfombras, joyas, vestidos, abayas, porcelana, cristalería, muebles, en fin, para gastar a manos llenas. Todo se pagaba en cash, así que me pregunté cuánto dinero llevarían en sus bolsos. Tenéis que pensar que uno podía adquirir incluso mega collares de brillantes, esmeraldas y perlas...y ya sabemos lo que eso cuesta.

En la primera tienda me quedé un buen rato. Había sofás hechos con telas usadas muy interesantes. Ahí andaba yo de charla con la dueña, cuando se acerca mi anfitriona con una mujer de unos treinta y tantos años, vestida con un vaporoso vestido largo de color vainilla exquisitamente bordado. El conjunto lo completaban unos largos pendientes de aros ovalados con dos filas de brillantes montados en red que me dejaron deslumbrada.

Me da la mano y me dice hola soy N. Hablamos un rato del evento y de la tienda en cuestión, luego se entera de que soy española, y entusiasmada me dice unas pocas palabras en mi idioma. Nos despedimos y entonces mi acompañante me susurra, esta chica es princesa de la casa real, una de las nietas del rey Faisal y ex-nuera del actual rey.

Sorprendida por semejante coincidencia, seguí el camino escuchando las historias de mi acompañante inglesa y pensando en todos esos hombres que jamás tuvieron acceso a ese colorido mundo femenino. Lo que se pierden...

13 comentarios:

Anónimo dijo...

. . . despues de haber leído este post he pensado que : me gustaría mucho ser chica para poder entrar en un espacio de belleza tal y como lo has descrito. Que pena que no me dejarían entrar asi como soy . . . una pregunta: ¿las chicas disfrutan estar (solamente) entre ellas? ¿es solo una proyección mía pensar que les gustaría más estar en un ambiente con hombres? ¿como has percibido todo esto?
Gerald

Germán Gómez dijo...

Es una obviedad afirmar que mujeres y hombres somos diferentes; del mismo modo que somos diferentes los jóvenes y los mayores, los blancos y los negros o los pobres y los ricos ...
Yo creo Crelia que la gracia de la vida está en compartir la diferencia.
Si me obligan a montar una religión en la que solo puedo estar con hombres de mi edad, todos de mi zona (vamos, un txoko) yo me tiro a la ria ...
Lo que cuentas es muy interesante, pero en el fondo me genera una gran pena porque hablas de exclusión, muy lujosa pero exclusión.

Rachel dijo...

Hola, la verdad es que he caido en tu blog por casualidad y me ha fascinado. En mayo estuve en Egipto y me fascinó por completo. He de decir que envidio todo lo que estás viviendo y que he disfrutado muchísimo leyendo tu blog. te leeré con asiduidad. Gracias pro tener un blog como este.
Saludos,
Raquel

Celia Ruiz dijo...

Germán,
claro que es exclusión. A estas mujeres las encontré casualmente de fiesta y vi el lado más amable de su, para mí, triste historia. Pero también las veo en los restaurantes,en el lobby del hotel, son como paquetes negros que no puedes distinguir uno de otros.Y llevan una vida llena de contradicciones, no pueden viajar sin un permiso escrito del marido, ni sentarse con un colega en un café público, les llevan a la cárcel...pero hay un hecho, para muchas de ellas la abaya no es el principal tema de discusión, de hecho no les gusta mostrarse en público descubiertas...han crecido con esto. Yo creo que tienen que luchar por tantos derechos que les faltan que el de la vestimenta pasa a un segundo lugar.
Por cierto, lo del txoko, jajajajajajaja!

Anónimo dijo...

Lo sabía!! Lo sabía!! Sabía que algo había en ese tipo de lugares que era maravilloso, exclusivamente femenino y lujoso. Me lo olía pero no terminaba de encontrar algo que me lo confirmada.
Que suerte!!
Que envidia!!
Ha tenido que ser todo un lujo para los sentidos... ha tenido que ser totalmente espectacular. Seguro que olía a flores, a paraíso, se escucharían risas, los colores seguro que eran inimaginables....
Disfruta y siguemos guiando por este maravillso camino :)

Celia Ruiz dijo...

Hola Gerald,
pues mira, tristes no parecían, estaban muy animadas, no sólo sin hombres, también sin alcohol!
No puedo imaginarme qué pensarán, mi educación y forma de vida es occidental y sólo puedo juzgarlo desde esa perspectiva, aunque para ellas será absolutamente normal, es lo que han hecho toda la vida y supongo que se sentirán incómodas cuando hay hombres extraños entre ellas...y tienes razón, es una pena que te lo tengas que perder...
un abrazo!

Anónimo dijo...

en mi ciudad existe la tradición de sacar una gabarra a la ría cuando el equipo de futbol local gana la liga (masculino naturalmente);está en el dique seco desde hace varios años (23)mientras el equipo de chicas ha ganado la liga en tres temporadas consecutivas y les han denegado el honor de pasearse por la ría.
en una ciudad muy cercana hay un fiesta local en la que salen LOS HOMBRES vestidos de soldados a la calle a recordar una batalla. el papel de las mujeres estaba reservado al de cantineras. las feministas conscientes de que tambien en las batallas hicimos algo mas que cantinear han decidido cambiar las cosas y participar como soldados y desde hace unos años reciben abucheos y golpes del público asistente. las autoridades han decidido poner paz y "PERMITIR" 2 alardes, uno de chicos y otro de chicas. de que estamos hablando? claro que es exclusión.
de todas las formas la historia que cuenta Celia destila belleza y da gusto leerla. como saber que piensan!

Anónimo dijo...

Pues como diria una buena amiga, esto que siento es "envidia de la mala" jajajajaj, quien pudiera ver todo esto que cuentas de verdad!! aprovecha tus viajes, que nosotros nos aprovecharemos de tu Cuaderno para vivir junto a ti tus aventuras.

1001 besitos.

Celia Ruiz dijo...

Susana,
vaya diana que acabas de hacer!!!
sí ya digo yo, si nos miráramos de vez en cuando el ombligo otro gallo nos cantaría, pero claro, es mucho más fácil decirle al vecino lo que tiene que hacer, ja,ja!

y Amparo,
no te preocupes, yo te cuento todo,todo,jajajaja, que lo que me ha tocado vivir en estos tiempos es un chollo que hay que compartir.

Un abrazo a todos

Anónimo dijo...

Gracias cielo, yo aqui leyendote y preparando mi próximo viaje en el que espero tener la suerte de poderte conocer.
1001 besitos.

Anónimo dijo...

Susana, completamente de acuerdo con lo de la gabarra y con lo del alarde.

Pero salvando las distancias. No se puede comparar la situación de la mujer que describe Celia con la que vivimos aquí. Que no sepamos lo que piensan no quiere decir que no sea una situación de exclusión durísima y una falta de libertad brutal de las personas en función de su sexo.

Tampoco sabemos lo que piensan esas birmanas que se ponen unos aros de metal en el cuello para alargárselo o aquellas de muchos países africanos, no necesariamente musulmanes, que son sometidas a la ablación del clítoris de niñas.

Sin embargo, sabemos perfectamente lo que pensaban nuestras madres, que fueron educadas para cocinar, coser y ser unas buenas amas de casa. Eran completamente felices. O, al menos, eso dicen.

Seguro que nos queda mucho aún para alcanzar la igualdad plena y la falta de exclusión, pero creo que estamos a años luz de Arabia Saudí.

Me produce mucha perplejidad el comentario de Kadesh. No pretendo juzgarlo en absoluto, pero no puedo evitar comentarlo. La situación que describe Celia me recuerda mucho más a una cárcel de lujo que a un paraíso con olor a flores. Las mujeres no deciden salir a la calle tapadas de arriba abajo, no ver ni ser vistas por hombres y solo mostrar su belleza en lujosos y fríos hoteles por decisión propia, sino por imposición de un régimen político, basado en una religión que, seguramente (y como ocurre con la “nuestra”), dista mucho de parecerse a aquella que predicaron sus creadores.

Un último comentario. En el año 1989 viajé a Libia varias veces. Era la época en la que Gaddafi era el malo y Bush (padre) nos intentaba salvar al resto. Creo recordar que el fundamentalismo islámico era un concepto que ni siquiera conocíamos. En una playa de Trípoli solíamos coincidir con un grupo de jóvenes varones, cuya afición principal era ir allí a comer cuscús. Os aseguro que no eran felices. O, al menos, eso decían. No veían una mujer ni en pintura y no podían elegir con quien se iban a casar.

En resumen, lo mejor de la transición de los 70-80 fue la pérdida de poder de los poderes eclesiásticos.

Celia Ruiz dijo...

Creo que cometemos un error, el de valorar la otra cultura desde nuestro particular punto cultural y aplicamos nuestro termómetro feliz-infeliz según nuestros criterios que distan mucho de ser iguales en todas las sociedades.

Si a mí me encierran entre mujeres seguro que me matan, no puedo concebir ese mundo. Sin embargo fui a un colegio sólo para niñas y fui muyyyy feliz.Y yo se que esto habrá a quien le parezca discriminatorio.

Nuestras culturas y nuestro desarrollo han seguido caminos diferentes. Tampoco puedo entender que haya gente que coma gusanos, y resulta que me encantan las angulas!

Y si a ellas les preguntas, lo que nosotros vivimos les parecerá espantoso. En los bares, con el gin-tonic en la mano, rodeados de gente y música, con los ojos de los hombres en tu escote o tu trasero y con múltiples relaciones sentimentales que, está demostrado son peores que las suyas.

Y lo de la discriminación, tiene además otras lecturas, porque resulta que luego acceden a puestos de trabajo que aquí ni soñaríamos, y que el 70% de ellas tienen estudios universitarios, así que idiotas, lo que se dice idiotas no deben ser, yo creo que ellas sabrán resolverse la papeleta muy bien.

Un abrazote a todos vosotros, Parece que hay temas que nos afectan de verdad... Gracias!!!!

Anónimo dijo...

Hola a todos,
me parece fantástico este blog - no solo por lo que escribe CELIA sino también por todos los comentarios tán interesantes.
Según mi opinión muchas veces caímos en un "centrismo de perspectiva cultural" es decir un EEUU-centrismo, o und Euro-Centrismo, por ejemplo. Nos preguntamos, si los otros pueden ser felices sin tener nuestro sistema de valores. Pero bueno, no hay que ir tan lejos, es decir a otras culturas: Cuando yo era un niño por ejemplo, crecí en una cultura de una moral sexual muy restrictiva. Algunos de nosotros luego nos liberamos de estas restricciones en los 68. Hoy los jovenes en EEUU, Europa, etc son más felices que antes? Por supuesto que no! Lo que quiero decir es, la felicidad no tiene que ver mucho con restricciones, sino más con otras cosas como por ejemplo un concepto de estar de acuerdo con tu puesto en la sociedad. ¿Quién de nosotros no habra visto imágenes de niños pobres y felices? (No estoy hablando de niños forzados de trabajar y estas cosas . . .)

Por eso pienso, que de vez en cuando vale la pena solo ver y sentir sin juzgar el mundo de los otros. Como KADESH lo hace escribiendo : "... Ha tenido que ser todo un lujo para los sentidos... ha tenido que ser totalmente espectacular. Seguro que olía a flores, a paraíso, se escucharían risas, los colores seguro que eran inimaginables....". ¡Que bello esto! ¡Así se puede disfrutar nuevas experiencias!

Un saludo a todos
Gerald