Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

viernes, 20 de marzo de 2009

Vientos y tormentas del desierto.

Ya ha llegado el khamaseen, un caluroso y polvoriento viento que todos los años visita, durante unos cincuenta días, el norte de África y la Península Arábiga.

Cuentan los cronistas que este fenómeno atormentó al ejército de Napoleón en su campaña por Egipto y lo debilitó ante unos nativos más que preparados para hacer frente a sus veleidades.

Algunos días lo oigo llegar desde la cama y me despierta como el canto del muecín, con ritmos sarracenos, azotando las palmeras de la ribera del Nilo. Me gusta asomarme a mi ventana, al abrigo y mirar las aguas llenas de espumas blancas que me recuerdan, a falta de algo más parecido, al mar cantábrico en los días de temporal.

Cuando estos vientos atizan los polvos del desierto llegan las tormentas de arena, que en muchas ocasiones aparecen de manera inesperada, transformando el paisaje de El Cairo, que pierde definición, se opaca, se desdibuja, se agita y arremolina, se torna sepia, como una foto antigua, rayada, rescatada de algún arcón.

En estos días, me pregunto cómo es posible que los habitantes de esta ciudad sobrevivan, año tras año, a unos vientos que pueden alcanzar los 140 km por hora. Y digo esto porque cuando miro los tejados de la ciudad, cubiertos de antenas parabólicas, muebles viejos, bolsas de basura y salpicados de pequeñas chozas de hojalata, con cocinas, mesas, sillas y animales domésticos a la intemperie, siento pocas ganas de salir de paseo e imagino que en cualquier momento, todo aquello saldrá volando y aterrizará en nuestras cabezas sin remedio alguno, gatos, carneros, ollas, carteles luminosos y todo lo que tan celosamente guardan los edificios de esta ciudad.

Hoy tenemos uno de esos días. El aire, pesado y caliente alborota y levanta el polvo. Los bauabs han salido a rezar,
los turbantes permanecen en sus cabezas, ajustados con técnicas que seguramente tuvieron que adaptarse a semejantes torbellinos. Sus sillas de plástico, vacías, recorren las calles arrastrándose a cuatro patas, como en un poltergeist.

Y es agradable ver que la vida continúa, nada se detiene, es viernes y esto no lo cambia ni la peor de las tempestades, todos están rezando en las mezquitas. Los que pueden dentro, los que no, fuera, cientos de cuerpos descalzos encima de pequeñas alfombrillas, llenando las aceras, las carreteras, como un gran atasco de cuerpos doblados orientados a la Meca. El tráfico se detiene, no pueden circular, los conductores no pitan, no gritan ni gesticulan, guardan una ceremoniosa espera.

Mientras tanto, el viento va serenándose.

17 comentarios:

Mexiñol dijo...

Tiene que ser un espectáculo impresionante, en Mty el año pasado nos cayó una tormenta similar a la que comentas y la ciudad estuvo paralizada por dos días, y mucha gente sin luz por casi una semana

Anónimo dijo...

¡Que bien lo cuentas amiga!
El año pasado, por estas fechas, vivimos allí una tormenta de arena, que me pareció el complemento perfecto a nuesro viaje.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Tu blog es muy interesante.
¡Hasta la próxima!

Marcoiris dijo...

Yo nunca he vivido nada parecido, debe ser impresionante, si. Lo mas parecido que vivi es cuando vives en España y vienen vientos del Sahara jaja. Traen un poco de polvo calor y ya estamos todos agobiados, o sea que con sememjante tormenta de arena.... debe ser increible!
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Como siempre hago, amplié la foto que ilustra tu relato, y me llamó la atención las dos casas estilo Tudor que aparecen a la derecha.
Quizá sean de la época colonial, aunque parecen muy bien conservadas.
Un abrazo

Celia Ruiz dijo...

Santy,
sé que esa zona es desértica, pero no me la imaginaba arenosa, me imagino que el viento levantará buenas polvaredas.

Nativi, vaya ojo que tienes. Pues esa casa, que es preciosa, está ahora en medio de una construcción muy ruidosa yo creo que les tiemblan hasta los cimientos.

Marcoiris, yo viví una de esas olas de calor "africanas" el año pasado en Madrid y me pareció más insufrible que aquí.

Houda, bienvenida al Blog

Abrazos a todos

Anónimo dijo...

Gracias por seguir con tus relatos, aqui esperando uno nuevo, yo por si acaso espero no encontrarme con ninguna en mi proximo viaje....:))), prefiero que me las cuenten. Besitos.

Celia Ruiz dijo...

Hola Amparo-anónima.

Como siempre, contenta de verte por aquí y de saber que sigues mis historias de un lugar que tú conoces muy bien.

Sabes qué? fuiste mi primera lectora.

Un abrazote

Anónimo dijo...

Querida amiga, gracias por deleitarnos con tus historias. Hasta pareceria que te tenemos aca en la tienda, que hemos pedido un cafe, y que juntos nos reimos con tus historias....como te extrañamos!!
Antonio y Alfonso

Celia Ruiz dijo...

Queridos amigos A+A
vaya sorpresa veros por aquí. Ya me gustaría a mí estar sentada con vosotros en ese magnífico lugar que tenéis...yo también extraño aquellas reuniones.

Un abrazo muy fuerte!!

Anónimo dijo...

Contenta yo Celia de poder seguir leyendolas, a ver si podemos tomarnos aunque solo sea un té...en abril, me haria ilusión poder conocerte, besitos y sigue disfrutando de ese maravilloso pais!!, yo esta tarde voy a una charla que dan aqui en Valencia sobre "la gran Piramide" en el IVDE...:)))

Noemí Pastor dijo...

¡Es el mismo que llega a veces a Canarias?

Celia Ruiz dijo...

Noemí,
no sé muy bien,pero podría ser. Aquí se pone todo como uno se lo imaginaría sin haberlo visto, el cielo arenoso, todo del mismo color sepia, no sé, tiene un cierto atractivo.

Ya sabes, ante de mudarte a las islas definitivamente,pide el parte meteorológico.

Amparo, eso está hecho.
me avisas por mail.

Un abrazo a todos

Mexiñol dijo...

Si es Arenosa C. y en el desierto de la zona sur de coahuila, en los alrededores de Torreón se forman unas que les llaman Yolvaneras, muy similares a lo que comentas, en ocasiones no pasan de pequeños tornados de arena, incapaces de levantar a una persona pero si como para lanzarte arena a alta velocidad

Mexiñol dijo...

Perdón, no son Yolvaneras, son Tolvaneras (tengo los dedos un poco torcidos ;)

Anónimo dijo...

Cada dia escribes mejor niña. Es una autentica gozada este relato.

Celia Ruiz dijo...

Hola Miguelito,
qué gusto verte por aquí!!
Un abrazote