Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

jueves, 3 de julio de 2008

Esto no es ni el Cantábrico ni una playa nudista. Es el Mar Muerto!


La vista desde Monte Nebo donde, según el relato bíblico, Dios mostró a Moisés la tierra prometida, es impresionante. En un día claro la vista llega hasta Palestina y puedes ver las montañas de Jerusalén. Desde allí sale una carretera asfaltada que desciende hasta el Mar Muerto y que discurre por un desierto atravesado por una extensa franja fértil, el valle del Jordán, donde crecen olivos, plataneros y toda clase de árboles y plantas.

Cuando llegas a la carretera de la playa, te topas con un puesto que da a los turistas la bienvenida. No lo hacen al estilo de Mr. Marshall, no. En esta improvisada oficina de turismo te encuentras a un tipo sentado en un observatorio y con una especie de aparato ametrallador o lanzabazocas, no se bien, que gira y apunta a todo el que pasa por delante. Mon dieu! debe ser que los israelitas están muy cerca... En fin, la temperatura allá abajo, había subido como 6 grados, así que tendríamos unos 45 ó 48 del ala.

Fuimos a una playa pública que nos costó 10 euros y alquilamos unas toallas por otros 2. Entré en los vestidores de señoras y de los más sofocada, me despegué las ropas y me cambié de indumentaria. Hacía un calor de la GRAN, pero encima del traje de baño, decidí ponerme de nuevo los pantalones y la camisa para bajar hasta la playa. El caso es que todavía no conozco las costumbres de baño en esta región y no me atreví a dar la nota. Un momento antes me había cruzado con una señora que llevaba una especie de traje de buzo de neopreno, del cuello a los pies. Por encima de esto, se había echado otra prenda del mismo material que parecía un vestidito tieso hasta las rodillas y en la cabeza, un gorro al estilo de los que usaba Cousteau para sumergirse en las profundidades siderales. Os imaginaréis que con este panorama, yo podría parecer fácilmente una fresca sin vergüenza alguna.

No había ni gota de sombra en las escaleritas que bajaban a la playa, vaya caló. Por suerte encontramos una palapa con sillas en la sombra, seguramente a unos 40 grados nada más. Así que ropa y sandalias fuera y pa´l agua. Pero vaya achicharramiento! los cuarenta y muchos grados también los teníamos en la arena. Después de andar un par de metros, tenía los pies abrasados, miré dando saltitos y calculé la distancia de regreso o seguir hasta la orilla y opté por seguir corriendo como pude por encima de las miles de piedras pequeñas que se me clavaban en las plantas.

Y por fin el agua refrescante, allá voyyyy…me tiro y jolín, jolín, qué era aquello?… qué temperatura!!!, 38 grados!!, me dieron ganas de salir como un resorte, escopetada, pero miré y la perspectiva de la arena ardiendo no era mejor. Y las piernas!, era el colmo! me escocían como locas y me acordé de la reciente depilación y claro, del nivel de sal del mar, pero no había para dónde tirar y tuve que relajarme y hacer repetidamente OMMMMMMM. No olvidéis esto, chicas y chicos. Nada de afeitados o cosas por el estilo antes de zambullirse en este mar.

Entonces empecé a experimentar con la flotación y os juró que es flipante. No hay manera de nadar, la mejor posición es panza arriba, no hay que hacer nada, te quedas así y ya. Si intentas nadar, cada vez que te pones de costado el mar te deja en la misma posición, mirando al cielo, es como si fueras un tentetieso, no tienes elección.


Estos jueguitos están bien para unos pocos minutos, porque con esas temperaturas del agua, no hay quién resista dentro. Sales pegajosísimo por el salitre y otra vez la carrera sobre aquellas piedras hacia la ducha, que esperas sea fría, no? por qué iban a tener agua caliente, me queréis decir? Cuesta dinero y además, no es necesario.... Ja, Ja,Ja, ilusos… me abraso la espalda con el chorro y pego un grito! 45 grados, sentencia P. y os juro que él entiende de eso.

En fin, esto es el Mar Muerto, las calderas de Pepe Botero a 400 metros por debajo del nivel del mar. Pero no os desaniméis por mi relato, ir, tenéis que ir!. El color del mar y del cielo, Jericó y las montañas de Jerusalén, el desierto con los asentamientos beduinos, caballos y camellos, es una de las mejores cosas que veréis en la vida.

Nos vemos!





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta de verdad, no pierdo detalle,gracias por compartir con nosotros todas tus experiencias en este maravilloso viaje.
1001 besitos.
amparo

Anónimo dijo...

Oh, mira, te comento.
El bañador se llama "Yamila" y la historia es muy curiosa: Un hombre, viendo que el se podía bañar en la fabulosa piscina de su casa con sus hijos y su mujer, se quedaba siempre tapada debajo de la sombrilla sin poder disfrutar de esos momentos, el marido, triste, decidió inventar ese traje de baño. Es un traje de baño de neupreno, sí, sí, y lleva un vesidillo incorporado que puedes ir cambiando para alegrar el conjunto.
La verdad, tiene que ser una pasada estar nadando en esas aguas, aunque la temperatura no acompañe ni tampoco la salinidad jajajaja.
Jo, como me lo paso cuando pones una entrada nueva ¡¡como te envidio!!
Un saludete desde los calores de Madriddddddd

Mexiñol dijo...

jo, y si me voy en invierno??? no me podré bañar sin que me salgan ampollas en los pies, quemadura de tercer grado en la espalda y levantamiento de piel por la caló del agua???

Celia Ruiz dijo...

Hola Santy,
en invierno la temperatura no será tan alta, así que anímate, desde luego esa experiencia merece la pena.
Ya me contarás.
Saludos y gracias por visitar el blog!