Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

martes, 26 de agosto de 2008

Mercados de El Cairo. Khan El-Khalili y aledaños.

Lo que más aprecio del famoso mercado cairota de Khan El-Khalili es lo sencillo que resulta salirse del circuito de turistas y perderse por sus estrechas calles. Es entonces donde se te presenta de sopetón el verdadero carácter de El Cairo viejo.

Montones de pequeñas y polvorientas calles, terrazas improvisadas, tiendas de artesanos, carnicerías, verdulerías, pollerías donde sentenciar a muerte al pollo más lozano y un sinfín de pequeños negocios indescriptibles.

Pasear entre las calles se hace tarea difícil. En algunos lugares los adoquines han dejado paso a enormes agujeros, y el pavimento se diluye y se convierte en caminos de tierra que encierran sorpresas y fluidos inesperados.

A pesar del panorama que os acabo de pintar, es uno de los lugares más auténticos y encantadores de la ciudad.

El pasado viernes, día de oración, decidí darme una vuelta nocturna. Cualquier disculpa es buena para acercarse hasta los barrios del downtown y yo, después de semanas de eterna mudanza, necesitaba algunos artilugios de limpieza. Emat, el taxista, sabía inmediatamente dónde debíamos ir...la tienda del gobierno, madame...es la mejor y allí no nos van a engañar con los precios.

Para llegar allí, tuvimos que recorrer unas cuantas calles abarrotadas de compradores curiosos, de esos que todo lo miran y todo lo tocan. Las tiendas son la alegria del barrio
, con sus luces de neón, no pasan desapercibidas. Los vendedores vocean la mercancía a pleno pulmón y si no te apuras te persiguen varios metros prometiéndote los perfumes más exóticos y las especias más deliciosas, mientras los propietarios se sientan en las puertas de sus negocios fumando solemnemente una Shisha. En fin, una delicia para ojos y almas curiosas.

Entre todo aquel barullo, me encontré con una pequeña tienda especializada en vestimenta islámica y coranes. En un par de semanas, tengo previsto viajar a Arabia Saudí, así que me animé a entrar con la intención de comprarme una de las prendas negras que cubren el cuerpo y que son obligatorias en el país.

Emat, que se las pinta haciendo de intermediario, se encargaba de preguntar, revisar, subirse en la escalera buscando tallas, comprobar los tejidos, vamos, que no tuve que abrir la boca y pude dedicarme a fisgonear a mi antojo.

Lo primero que me ofrecieron fue un chador que pesaría unos 30 kilos. Aquello eran unos faldamentos largos y negros de tallas inmensas que deben colocarse en la parte superior de la cabeza y caen hasta el suelo, dejando al descubierto sólo la cara. Ni corta ni perezosa me eché aquello por encima y me lo ajusté bien debajo de la barbilla. Completada la operación, el peso de la tela me hacía imposible mantener el cuello erguido.

Cuando salí, en busca de aprobación, me di cuenta de que mi imagen causaba consternación, P. y Emat me miraban con cara de circunstancias...no, no, no, dicen al unísono frunciendo el morro, eso no...hay que buscar otra prenda, una abaya, esas son ligeras y bonitas. Así que me liberé de aquella prenda imposible y me pasé a la siguiente tienda especializada en abayas.

Una abaya puede ser una prenda exquisita, bordada con los hilos de las mil y una noches y adornada con brillantes cristales, perlas y cualquier otra preciosura. La prenda es muy ligera y se coloca a modo de abrigo sobre los hombros, acompañada de un pañuelo que se deja suelto sobre el pelo. Es una prenda muy común entre las mujeres del Medio Oriente y dicen que debajo de ella, van vestidas con las mayores exquisiteces. Esto me animó en mi búsqueda, pero después de cierto tiempo, la algarabía de las calles me interesó más y decidí dejar esta tarea para otro momento.

Salí para adentrarme en la parte más antigua del barrio. Allí, me topé con una vieja mansión que a juzgar por su aspecto, vivió tiempos más esplendorosos. Un hombre estaba sentado en el pórtico, en penumbra. Enseguida notó el interés y se acercó para explicar que aquel lugar fue construído por sus antepasados hace más de 200 años y que ahora esperaban apoyos económicos para su restauración. Me invitó a pasar al interior y en una semioscuridad de ensueño imaginé viejos tiempos de vino y rosas.

Restos de pintura y frescos en las paredes, suelos de marmol, arcos árabes y herrerías con filigranas, allí estaban, contando la historia de una familia de El Cairo a través de los siglos.

El Cairo es así, una caja de sorpresas que a veces se muestran y a veces no...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

en esta entrada me haz llevado con mis ojos cerrados y he podido ver atra vez de los tuyos, lo mas cercano a tu experiencia la puedo imaginar de un extranjero en los barrios antiguos del DF
saludos
fer

Mi vida en 20 kg. dijo...

Es tal cual lo dices, se abre para quien quiere...un beso y Welcome to Cairo.
Para lo que necesites aca estoy.

Mi vida en 20 kg. dijo...

Si que somos vecinas, lei que vives en Zamalek, bueno yo vivo en el cornish de Agouza, en el puente 6 de oct. en la famosa calle el Nilo, o shera el Nil....para lo que necesites aqui estamos.
Se que la comunidad Mexicana es grande por estos lados...

Besos.

Germán Gómez dijo...

Hace unos meses lei un libro de Rojas Marcos sobre la fuerza del optimismo. Comentaba la capacidad de adaptación de las personas ante las situaciones adversas.
Supongo que esta capacidad es la que hace a las mujeres árabes ver con agrado sus obligaciones textiles, pero yo no puedo dejar de pensar que hay costumbres sociales que no quiero compartir.
Ya nos contarás Celia tu experiencia con la abaya.

Anónimo dijo...

quizá sea capacidad de adaptación a las situaciones adversas, como dice Germán; quizá educación o costumbre o capacidad de convertir todas las dificultades , reveses o problemas, en oportunidad para crecer y aprender; asertividad pura y dura.
a mi como a tí tampoco me gusta, pero nuestras diferencias de vida y cultura son tan grandes, que me es imposible situarme en su lugar.
en cuanto a Celia, y su oportunidad de ser camaleónica y visitar un pais como Arabia me parece una experiencia tan interesante, que yo me pondría lo que fuera menester. además conseguirá estar guapísima, que ya se como las gasta.
celia, necesitamos fotos a montones.
besos a todos.

Anónimo dijo...

Impresionante paseo y descubrimiento de nuevos rincones insólitos que ofrece la ciuddad de manera espontánea.
Que preciosidad de callejones, aunque algunos parezcan que se caen a pedazos, tienen su encanto.
Opta mejor por la segunda prenda porque la primera parece algo agobiante.
Jo, como te lo pasas!!
Un saludete

Anónimo dijo...

Ya me imagino que ese paseo por el autentico Cairo te parecio genial, yo lo hice en julio y la verdad que una de las cosas que más me impresiono fue como tú dices la de como le cortan literalmente el cuello al pollo......y directo al cubo, pero ojala lo pueda volver a repetir pronto dedique dos dias a todas esas calles que como tú muy bien dices no son ruta turistica y realmente vale la pena, no solo por todas las tiendas que se pueden visitar, sino por esas mezquitas que hay en cualquier rincón y esas casas tan fantasticas...,gracias por seguir aqui compartiendo con nosotros tus experiencias y anda mássss fotos.
besitos.

Anónimo dijo...

me encataron estos mercados cuando los visité hace años. El Cairo me pareció una ciudad fascinante.

excelente blog.

un saludo