Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sobre los tejados del barrio judío.

Seguimos en la ciudad antigua de Jerusalén. El barrio árabe se transforma en judío en sólo un par de metros. El cambio es sorprendente. Es como saltar de un mundo a otro sin que nada lo advierta. Ya no hay calles llenas de tiendas, ni vendedores zalameros, el bullicio del mercado oriental desaparece como en un sueño.

El ambiente es tranquilo, las calles limpias. Hay varios museos, escuelas de tora, sinagogas y una antigua calzada romana que atraviesa parte del barrio con gran encanto.

Me cruzo con hombres de rostros graves, barbas largas y patillas con tirabuzones, pantalones hasta la espinilla y abrigos negros. La mayoría lleva un
kipá de terciopelo y encima un sombrero de ala que debe ser, por lo menos, 2 tallas menos porque deja a la vista toda la frente. Un comerciante me señala con el dedo hacia arriba. Sube esas escaleras y tendrás las mejores vistas de la ciudad, me dice, luego vienes y visitas mi tienda.

Las escaleras que me indica no prometen nada sorprendente, pero me equivoco. De un brinco, me coloco encima de los tejados de Jerusalén, con vistas magníficas y descubro una singular ciudad paralela.

Veo gente transitando de un lado a otro, por unas improvisadas "calles" que discurren sobre los tejados. Es como si se tratara de un microcosmos vecinal. Camino por aquel mundo sorprendente y me asomo a muchos barandales. Desde uno de ellos descubro, por casualidad, el muro de las lamentaciones. Hay hombres y mujeres rezando, separados por un muro de ladrillo. Qué imagen tan común en las mezquitas, veo que semejante costumbre segregacionista debe tener más que ver con hombres que con dioses.

Me siento en un saliente a contemplar la cúpula dorada de la mezquita de Al Aqsa, más dorada que nunca por la luz del atardecer. Los gatos, haraganeando, están en su ambiente. Cuando más apacible se muestra todo, veo que se acerca un hombre judío con una pistola en la mano. Leches! eso no es lo que uno espera encontrar ahí arriba, no?

El tipo en cuestión, se acerca vigilante. El estómago me da un vuelco, me quedo helada. Intento levantarme sin llamar mucho la atención, arrgggg quiero volver a la calle. Le agarro a P. y me acerco a las mismas escaleras estrechas por las que subí. Cuando me dispongo a bajar, de cabeza si hace falta, una veintena de soldados armados hasta los dientes, quieren subir y me tengo que hacer a un lado, las armas me convencen.

No sé si alegrarme o directamente desmayarme. El tipo del "kit" pistola-kipá, da media vuelta y receloso, se va en dirección contraria y yo, libre ya el camino, vuelo escaleras abajo y me adentro en otra realidad. De lo que pasó arriba, sé tan poco como vosotros.

9 comentarios:

Fernando Romero dijo...

Celia: me quedo mudo con tu narracion, tienes algun espacio con tus fotos o videos los pequeños colages me dejan picado me gustaria que las compartieras
saludos
fer

Germán Gómez dijo...

Que susto. Desde luego aquí no todo es perfecto pero por comparación parece que no estamos mal.

Anónimo dijo...

Que mal rollito!
Jo, te subes a ver las vistas, para poder observar en su esplendor todos esos tejados ocultos si vas por abajo, pudiendo comprobar lo que se escapa muchas veces a una altura casi a ras del suelo y te encuentras con un "taradillo" que va con un arma como quien va con la barra del pan.

Me parece estupendo que no sepas que pasó, al menos, sabemos que no te pasó nada y que estas bien. Mejor poner pies en polvorosa y dejar esas cosas para otros :S

Lo que no te pase a tí, no le pasa a nadie jajajaja. Un saludete!!!

Anónimo dijo...

Cito:
"Jo, te subes a ver las vistas, para poder observar en su esplendor todos esos tejados ocultos porque si vas por debajo, no podrás comprobar lo que se escapa muchas veces a una altura casi a ras del suelo..."

Es lo que tiene estar haciendo tres cosas a la vez, perdón :(

Celia Ruiz dijo...

Hola fer,
no tengo compartidas las fotos, pero más adelante, cuando no esté muy liada, las subo y te aviso.

Saludos a todos!

JAVIER dijo...

Cada post me parece excelente, resulta tan fácil de recrear todo por la forma tan clara y sencilla como relatas cada situación, cada observación.
Ya imagino el tremendo susto, a cualquiera se le mueve el piso si ve a alguien aproximarse con un arma de fuego.
Es impresionante esos cambios tan radicales de un barrio a otro, unos bloques mas en el piso y basta para entrar en un mundo diferente... de la manera como lo describes resulta mágico.
Me estoy leyendo la mayoría de tus textos y llego a pensar que eres periodista por el estilo tan bonito que tienes al escribir.

Saludos desde Japón.

Rachel dijo...

Madre mia!! Menudo susto Celia. Por favor, ten mucho cuidado porque...bueno, que tengas mucho cuidado jeje
Aún asi me está encantado leer todo sobre Jerusalén, Una vez más haces que sienta como si estaría allí contigo divisando ese paisaje desde los tejados.
Cuidate y un abrazo,
Raquel

Miguel Molina dijo...

Esto es lo malo de vivir en países que viven en continuo conflicto. Encima aún quedan muchos, muchos años hasta que la situación se normalice. Si es que alguna vez sucede.

Nos vemos

Anónimo dijo...

creo que no puedo imaginarme cuanto me habría asustado de estar allí aunque supongo que muchísimo, porque lo leo y me parece irreal, pero me arriesgaría por echar un vistazo sobre esos tejados. la foto me ha impactado un montón. tiene algo que respira día de fiesta en una mañana con sol; esas figuritas sobre los tejados compartiendo sus cosas...tranquilamente charlando. lo que menos se espera uno es esa sorpresita. besos