Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

martes, 7 de abril de 2009

Un estrés de perros.


Ayer fui con Gorbea al veterinario.

Llamé a Ibrahim, el taxista todoterreno, que es bien apañado y lo mismo transporta grupos de turistas que árboles o perros y además sin hacer ningún aspaviento. Teniendo en cuanto que estos pobres animales son considerados impuros y la mayoría de la gente les teme y evita, la cosa es de agradecer.

Tuvimos que atravesar buena parte de El Cairo, dando los brincos de costumbre, con el pobre animal cabeceando de un lado al otro y yo con el temor de que acabara saltando por la ventana, que por supuesto llevaba abierta. Semejante travesía, aunque incómoda, merecía la pena porque me habían dicho que el veterinario tenía un programa en la tele y eso, amigos, da un poquito de confianza cuando no se tienen muchas alternativas.

Llegué cuando abrió la consulta, a eso de las seis y media y tuve que arrastrar a Gorbea, que se olía el percal, por un largo pasillo hasta la enorme sala de espera.

El lugar estaba preparado para albergar a una buena cantidad de clientes que ya esperaban con el número del "súper" en la mano. Cuando saqué el mío, vi que tenía a más de 30 cuadrúpedos por delante y si tenemos en cuenta que la costumbre aquí es que la familia acuda al completo a cualquier acontecimiento, os imaginaréis el "ambientazo" que había en aquel lugar.

En un lado se iban sentando los gatos, en el otros los perros y las especies raras en tierra de nadie. Gorbea no podía creer su suerte, sin salir de caza y aquel botín de felinos a mano...hizo varios intentos y echó algún bocado al aire hasta que comprendió que el esfuerzo no le reportaría beneficio alguno y se tumbó a dormitar con la oreja levantada.

La espera fue larga, eterna, así que tuve la oportunidad de estudiar los patrones de convivencia de animales de dos y cuatro patas en un medio tan reducido como aquel.

Una madre y su hija dueñas de un gato consentido, iban cambiándose temblorosamente de silla cada vez que un perro se sentaba a su lado. Jamás he visto una cara de terror tan innecesaria como la de aquella muchacha. Cuando se acabaron los sitios libres se tuvieron que conformar con un vecino algo nervioso que no hacía más que sacudirse y lanzar salivazos.

Cansadas de la larga espera y de sacudirse las babas, se acercaron a una tienda bien surtida cuyo escaparate daba a la sala de espera. Se decidieron por una especie de cochecito de muñecas Barbie de un azucarado color rosa chicle con un habitáculo especial para sacar a pasear al gato. Ver para creer.

De pie, charlaban los propietarios de un pitbull y un bóxer que retozaban y ladraban compulsivamente. Me pregunté todo el tiempo si querían guerra, estaban de guasa o se iban a poner cariñosos en cualquier momento y a dar el espectáculo. Los dueños se tronchaban de la risa cuando en un descuido, uno de los bichos tiraba con fuerza y lograba poner sus patazas encima de alguno de nosotros. Nos tuvieron con el alma en vilo hasta que pasaron a consulta, uno de ellos arrastrando al dueño de rodillas.

Lo mejor llegó cuando un abuelo de turbante blanco se sentó en el suelo dejando asomar sus calzoncillos largos y sacó un vaso de plástico con una especie de carne con verduras que todavía olía a comino. Pensé que se iba a armar la de dios es cristo y calculé que en la altura en se había sentado iba a ser pasto de perros, gatos y demás animales hambrientos, pero el viejillo desdentado, se metió la pitanza casi debajo del sobaco y dio cuenta de ella en un suspiro.

Mientras tanto, el propietario de un gato de angora sollozaba desconsolado acariciando al animal. Me olí lo peor y le vi hacer una llamada que no hizo más que sacarle hipos y lágrimas, así que al final ya no supe si era cosa del animal o asuntos del corazón. En medio de aquel espacio lleno de historias apareció un perro herido, con un corte en algún sitio... lo que faltaba...yo no valgo para nada y menos para ver animales heridos.

Cuando por fin pasamos, el televisivo veterinario estaba agotado, así que como hacen los médicos cuando no saben lo que tienes, le diagnosticó alergia causada por estrés, le puso un par de banderillas mientras la pastora le miraba con ojos de cordero degollado y nos mandó a casa. Eran casi las 12 de la noche.

12 comentarios:

Mexiñol dijo...

No se yo si ir a un veterinario tan ocupao sea contraproducente, por un lado la factura ha de ser mas elevada, y por otra parte el diagnóstico me parece un poco surrealista.

Miércoles dijo...

Espero que Gorbea mejore pronto. Yo llamaría a algún veterinario amigo por una segunda opinión. Suerte.

Masriya dijo...

Vaya odisea... creo que el pobre animal se lo va a pensar muy mucho antes de ponerse malito.
Saludos a los dos.

Marcoiris dijo...

jaja, la verdad que el diagnostico se las trae. Desde luego toda una aventura ir al veterinario..
Muy guapo tu perro :o)

Anónimo dijo...

Madre del amorrrr....jajajajajaja, como diria una amiga, bueno como ya te han dicho espero que despues de todas esas horas el resultado sea bueno y que Gorbea se recupere.
Besitos.

gatacalva dijo...

Hola , como estas, queria felicitarte, pues tu pagina es excelente , me encantan los contenidos , digno de su publicacion ,si queres , entra en mi sitio , y dejame un comentario ,,

te mando un abrazo .

Celia Ruiz dijo...

Hola Mexiñol,
la cuestión es que no hay muchos perros y los vet. no tratan muchas de las enfermedades que padecen. El perro es animal impuro según la religión y sólo debe usarse para el cuidado del ganado, el resto deben abstenerse y sobre todo de tocarles el hocico aunque sea accidentalmente antes del rezo.

Hola Miércoles,
Sí, pensé como tú y llamé a un amigo en Madrid, pero es difícil diagnosticar sin ver, de todas formas está mejor.

Masriya,
no sé, me parece que lo de los gatos a mano le gustó bastante :-))))

Marco,
gracias por el piropo, es una pastora vasca.

Amparo,
voy a proponer a algún guía turístico una visita al vet.para conocer más de cerca al cairota :-)))) es un espectáculo.

Gatacalva,
bienvenida al blog, espero verte por aquí.

Abrazos!!!

Unknown dijo...

Pobre Celia, y más al pobre Gorbea, la verdad, yo odio ir al veterinario, además de por la factura final porque ver animales enfermos me produce un estress impresionante, nunca se si acercarme a acariciarlos, axuxarlos(me chiflan los animales, tengo 3 tortugas de orejas rojas dos perritas y una gata común..., las dos agapournis que tenía murieron, una creo que fué la gatita y la otra de penita, y además el cuyo, o conejo de indias, ese fué al primero que perdimos) a si que tengo unas cuantas visitas a Ramón que es su doctor, como él bien dice.

Jelens dijo...

Vaya caos, hasta en el veterinario hay "atascos".
Espero que tu mascotilla se encuentre mejor y que no tenga nada. La verdad, en la foto esta alicaída :(
Que se mejore pronto!!!

Celia Ruiz dijo...

Hola Angeles,
qué curioso lo de las tortugas de orejas rojas...no tenía ni idea que tuvieran orejas...de dónde vienen?

Hola Jelens!
Gorbea ya está bien, gracias! espero que la racha dure.

Abrazos a todos!

Unknown dijo...

No tienen orejas rales, son unas marcas rojas que estan en la posisicón de la cabeza y por eso las llaman así
http://img75.imageshack.us/img75/263/tf00002rotwangenschmuckschildk.jpg
a ver si aqui sale la fotito. Besos

Celia Ruiz dijo...

Angeles,
gracias por la foto, es un animal precioso!
Un abrazo