
Todo el que puede la pone en práctica, pero a la chita callando, los hijos son un regalo de Alá y nadie, sino él, puede interferir en el proceso de creación.
Tratándose de una regalo venido de "allí arriba", nadie lo cuestiona, por lo menos en público, sería una herejía.
Por eso, la historia que voy a contaros ahora y que me llegó de primera mano, me resultó especialmente curiosa y me condujo nuevamente a la convicción de que nunca llegaré a comprender del todo, la dualidad que se vive en esta sociedad. Cuando he conseguido conocer ciertos aspectos y cuanto más segura me siento de entender cómo funcionan, ocurre algo que tira mis teorías por la borda y me hace plantearme todo de nuevo.
El asunto en cuestión, ocurrió en uno de los colegios internacionales de El Cairo.
Se aproximaban las fechas de los exámentes oficiales de idioma extranjero y los alumnos de secundaria debían elegir el tema sobre el que harían su presentación. El proceso se prepara meticulosamente y los temas se aprueban de antemano, antes de la llegada del comité examinador de Europa que aprobará o no los trabajos presentados.
Así fue como Laila, de quince años, se presentó a su tutora con un controvertido tema debajo del brazo, "Planificación Familiar y Métodos Anticonceptivos". Esto, que en un país occidental no tendría nada de especial, causó en la junta directiva un cierto revuelo, porque no tenían ni idea de las consecuencias que el trato del tema en cuestión podría acarrear. Al final, se respetó la decisión de la chica y el tema fue aceptado.
La mañana del examen, Laila llegó como siempre, vestida púdicamente y con el velo islámico cubriendo completamente cabeza y cuello. Todos se extrañaron enormemente, puesto que no esperaban que una chica, tan joven y además musulmana conservadora, hubiera elegido, un tema tan poco conservador.
Se presentó con soltura, nada de rubor ni miradas al suelo y después de aclarar que su ponencia se centraría exclusivamente en las costumbres europeas en dicha materia, porque en su país el tema era tabú, abrió su maleta y sacó toda clase de artilugios para apoyar su presentación. Encima de la mesa fue colocando un "diafragma", un envase de "píldoras anticonceptivas" unos "preservativos" y un misterioso pepino. Sí, queridos, un pepino verde, de esos que hay en el supermercado.
Los examinadores europeos escucharon como Laila explicaba con total serenidad el funcionamiento del "DIU" y las ventajas de la píldora, pero lo que no se esperaban es que la criatura, deseando llevarse el "10" a casa, tomara con remango aquel pepino de humanas dimensiones y le colocara con toda naturalidad y destreza uno de los preservativos, recalcando la importancia de hacerlo correctamente.
Me cuentan que todos estaban incómodos y se movían nerviosamente en sus sillas y que nadie se atrevió a hacer demasiadas preguntas sobre el tema. El pepino, por supuesto, no salió a colación ni para hacer una ensalada. Laila, con su aplomo, les ganó la partida. Se había presentado disfrazada de oveja, pero resultó ser un bonita lobezna.
Y eso es este país, un lugar donde los estereotipos se levantan y caen, donde nunca sabrás a qué atenerte ni qué pensar, un lugar para acercarse a los demás con la inmensa libertad de quién no sabe nada e indagar debajo de sus máscaras. Lo que encuentres, siempre será sorpresa.