Y de la noche a la mañana me vi expatriada en El Cairo, viviendo entre pirámides, gatos resabiados y turbantes blancos...

martes, 13 de octubre de 2009

De Cairo a Amman. Una historia de avión

El otro día, salí para Jordania en uno de esos aviones que parecen hechos con retales de otros que ya pasaron a mejor vida.

Cuando me percaté de que la tapicería de los sillones era de tres colores y estampados diferentes me eché a temblar y comencé a buscar de forma compulsiva otros indicios de ruina.

Encontré la alfombra llena de lamparones y deshilachada, como si alguien hubiera tirado del hilo hasta acabar con ella, los cierres giratorios de las mesas, holgados, desportillados, la pintura deslavada y en el baño, un inodoro que parecía que se lo habían traído de algún vertedero. Me sorprendió encontrarme las instrucciones de uso en inglés y aunque desdibujado, todavía legible. Viva la Star Alliance, qué viva, qué viva!.

Despegamos a trompicones, los neumáticos debían estar en la últimas, a juzgar por los apocalípticos ruidos que se oían en la pista. Con resignación cerré los ojos y escuché los versos del Corán que escurrían por los altavoces. Respiré profundamente y me dije que de peores había salido.

A mi lado estaba sentado P. junto a un pasajero de Arabia Saudí vestido de blanco, con unas largas y esponjadas barbas negras. Y como no había mucho que hacer, me hice la dormida y puse muchísima atención a la conversación que se traían.

Por poco me delato cuando le oigo preguntar sobre mí. Esposa, esposa? cuantos años?...madre mía, qué nervios me entraron, ya me vi formando parte de un harén. Agudicé el oído para oírle contar que tenía dos esposas y nueve hijos, situación que no le parecía muy favorable, puesto que a él le gustaba "trabajar" cada noche y con dos no conseguía alcanzar objetivos. Dejó claro que cuatro mujeres era lo ideal, cuando una estaba cansada o le dolía la cabeza, siempre se podía recurrir a otra.

Cuando supo que yo ya estaba casada y que a mí con un marido sí me bastaba, cambió de tema y sacó un frasco de perfume que se había comprado en Camboya, dijo y sin previo aviso, le vertió a P., que estaba perplejo, una buena cantidad para que opinara sobre aquella esencia exótica.

Parece que los dulces vapores que se habían condensado, le soltaron la lengua y a partir de ese momento, no sólo lanzó una clase magistral de religión, sino que se atrevió a comentar el premio Nobel de Obama. Obama? igual a Bush, Irak, destrozado, ellos petróleo. Me dejó perpleja su facilidad para presentar la cruda realidad sin conjugar. Después de esta confesión, se concentró en la lectura de su libro sagrado.

Desde Egipto a Jordania se llega en un suspiro y en cincuenta minutos comenzamos a descender, entrando de nuevo en esa fase donde al personal de vuelo le es imposible reducir al pasaje. A muchos no les da la gana sentarse o atarse, a otros, se les ocurre sacar sus maletas y dejar los compartimentos abiertos, los celulares, por supuesto encendidos, comienzan a dar entrada a los mensajes a ritmo de pop árabe y aquello se convierte en tierra de nadie.

En medio de este desmadre, había una niña de unos 6 años que parecía una domadora. El poco pelo que tenía estaba recogido con una diadema de peluche y varias horquillas fluorescentes. Llevaba un minivestido con volantes sintéticos de lentejuelas encima de un body dorado con leotardos de rayas rosas y blancas. La vi circulando de una fila a otra sin ningún control mientras tomábamos tierra.

Llegué al mostrador de inmigración y la cola era interminable, así que para ahorrarme la espera, saqué el pasaporte rojo y esperé que el oficial no notara que allí había dos sellos de entrada a Israel. Miré hacia abajo todo el tiempo esperando el interrogatorio, hasta que la barrera se abrió.

Respiré y me dejé conducir por las limpias y claras calles de Amman.

7 comentarios:

JAVIER dijo...

Despues de leer este texto, si antes le tenia temor a los aviones, ahora le cogí panico... Ufff!

Un abrazo.

Saludos desde Japón.

Celia Ruiz dijo...

Ay Javier!
sólo hay que pensar que volar, vuelan todos los aviones, buenos y malos y además lo hacen todos los día,muuuchos años y normalmente no se caen!!
:-))))))

Me da mucho gusto verte por aquí, un abrazo!

Jelens dijo...

Nunca he volado... Y si alguna vez me meto en un avión con semejante pinta, te aseguro que salto rauda y veloz por donde he venido... Joer, que miedo.
Pásatelo muy bien en tu destino!!

Nativi dijo...

Bueno, bueno ¡hay que ver como son los musulmanes!Se atreven con cuatro mujeres,pero ya veo que de una en una.
Cuando fui a Egipto con Egiptair el avión estaba destartalado, pero después de volar de Asuan a Abusimbel, comprobé que los milagros existen.
Buen regreso.

Unknown dijo...

Genial relato. Que padre volar en un avion asi!!!.. me sentiria como el agente P. en una caricatura de Phineas y Ferb. Ya si pasa algo malo y me rompo la mandarina en gajos, pues ya estaria de dios,pero lo divertido.. quien me lo va a quitar?

No dejes de contarnos el regreso, que supongo será por la misma aerolinea.. Tómate un tecito con Rania y que te diviertas mucho durante tu estancia. Besitos

Celia Ruiz dijo...

Lupis, querida,
dónde tenemos la mandarina?? mira que igual yo ya me la he roto!

Abrazos!

Unknown dijo...

Ay Celia querida...Ya sabes lo que dicen de los hombres...no hagas caso a los que se jactan de algo porque, pobres necios, de algo también carecerán( y que seguro no contarán)...! y pobres señoras..., semejante malandrin que va contando pormenores de habitación a cualquiera en cualquier sitio!!! seguramente con el dinero que tiene encontrará a alguna jovencita que al principio y por miedo no tenga dolores de cabeza y le dé otros cuantos churumbeles más...! Besitos